Por Rodrigo Hernández desde Düsseldorf
Se abre la puerta de la camioneta. Una van Mercedes Benz, último modelo, se instala en la puerta del Hotel Hilton a esperar a la familia Massú. Aparecen tía Sonia, Manuel Massú y Stéfano, el hijo menor del matrimonio que una vez más consiguió un permiso especial en el colegio para acompañar a su hermano. También se sube el coach Patricio Rodríguez. Todos caben. Nicolás parece ser el último... pero más atrás se une Fernando González.
Las aprensiones de Marcelo Ríos ("el caso De la Peña afectó la relación entre Fernando y Nicolás") no se cumplen. O son cosa del pasado. Acá en Düsseldorf Fernando sigue siendo el sobrino regalón y también el "partner" de toda la vida de Nicolás. Sobre todo, por estas horas en que el número uno de Chile ya no está con su padre y espera la llegada de su mamá y hermana mayor.
González y Massú decidieron mirar para adelante. Hace algunas semanas hablaron cara a cara sobre la polémica más ácida del tenis chileno en los últimos años y dieron vuelta la página. "Nos sentamos a conversar como compañeros de equipo y como amigos y aclaramos todo lo que teníamos que aclarar", dijo González, queriendo archivar definitivamente el asunto, y luego de apoyar desde la tribuna por más de una hora a Massú frente al checo Tomas Berdych.
Lo cierto es que la nacionalización de Horacio de la Peña, sus méritos en Atenas y como jefe técnico del equipo de Copa Davis, no son temas de conversación. Los medallistas olímpicos fijaron pública y privadamente su posición y siguen siendo tan amigos como antes. El conflicto salpicó a otros, fundamentalmente a sus técnicos, y las heridas están abiertas.
Patricio Rodríguez, el gran responsable del título de Massú en Kitzbuhel, sus medallas de oro en los Juegos Olímpicos y el paso del viñamarino por el noveno lugar del ranking ATP tiene hoy una nula relación con De la Peña. "Tenemos una relación profesional", dijo con elegancia. Y sigue particularmente dolido con los medios que ignoraron su papel en el doble triunfo en Atenas y "basurearon" su imagen al atribuirle mala intención en la firma de la carta que objetaba la entrega de la ciudadanía por gracia a su colega argentino. Hoy, la distancia entre ambos se nota. Y mucho. Porque si bien nunca fueron amigos, hasta agosto del año pasado su relación era mucho más cordial y fluida. Actualmente, se hablan lo justo y necesario.
De la Peña, en todo caso, tampoco se esfuerza por cambiar las cosas. Se concentra en su trabajo con González y se desvive por encontrar la clave que le permita convertirlo en uno de los diez mejores del mundo y, en lo inmediato, llegar lejos en Rolad Garros. Asume que espacio hay para ambos. Y margen para competir, especialmente, por la notable paridad en las carreras de Massú y su pupilo.
Un tercer actor en la polémica entró también en escena por estas horas: Leonardo Zuleta, técnico de Adrián García y Hermes Gamonal, tercer y cuarto jugador del equipo, respectivamente. De la Peña, no lo cotiza, molesto por sus declaraciones a la llegada desde Rusia cuando sostuvo que la renuncia del argentino a la jefatura técnica de Copa Davis iba a quitarle tensión al equipo. Zuleta no habría respetado el pacto de no agresión que se acordó en vísperas al duelo en Moscú y terminó por bajarle la cortina, en una actitud menos tolerante que la de González que lo "invitó" a conversar sobre el asunto acá en Alemania y dio por superado el incidente.
Quién dice si el equipo repite el título en el Rochusclub la distancia entre los técnicos se acorta y la relación tiende a recomponerse. Como para pensar que el anhelo de Mario Pakozdi, el nuevo presidente de la Federación, que quiere unir a los principales actores del tenis chileno, pudiera tener algún destino.