Por Rodrigo Hernández desde Düsseldorf
A pocas horas del partido con Chile, que define a uno de los finalistas de la competencia, el equipo trasandino decidió que lo más conveniente era que Gastón Gaudio y Guillermo Cañas fuesen los singlistas. Pero no porque este último tenga de "hijo" a Nicolás Massú o sus características de juego compliquen más al viñamarino. Simplemente, porque el acuerdo original de los argentinos era que todos debían jugar y hasta ahora el Guille sólo había aparecido frente a República Checa. ¿Guillermo Coria? No, porque ya jugó dos partidos.
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La decisión favorece a Chile, eso no cabe duda. Pero pone en relieve la real importancia que los candidatos al título en Roland Garros le asignan a este campeonato. Gaudio, campeón en Paris en 2004, se tomó descanso frente a los checos y si bien reaparecerá ante Fernando González, nadie puede asegurar que, en caso de ganar, esté presente en la final del sábado. Quizá lo decida con el cuadro de Roland Garros en la mano. Coria, a su turno, ni siquiera tomó la raqueta este miércoles y tampoco se sabe qué decidirá en caso de que Argentina dispute la final
El lunes pasado, después de ganar su primer partido en el Grupo Rojo, Coria decía: Vamos a dar todo porque sería una falta de respeto para el torneo y para la gente que paga su boleto jugar a media máquina. Y cumplió porque ganó con solidez al francés Michel Llodrá y al checo Jiri Novak. Sin embargo, no dijo que en la definición ante Chile iba a dar un paso al costado.
Fue su compañero Guillermo Cañas quien se sacó la careta. Este es un torneo de preparación, de entrenamiento para Roland Garros, la presión, lo que realmente importa empieza el lunes en Paris y hacia allá estamos apuntando, dijo el número 10 del mundo.
Argentina ganó la Copa de las Naciones en 1980 y en 2002, la última vez, precisamente, con Cañas en el equipo. Pero esta vez la prioridad no es el título sino hacer historia en Paris. Guardar a Coria en una definición ante Chile en Copa Davis sería impensable. Acá lo hicieron sin llegar a cuestionárselo.
¿Se puede concluir que Argentina elige el camino correcto? En función de sus intereses personales, sí. Pero ello no significa que los chilenos sigan la ruta equivocada. En absoluto. Nuestro país tenía una deuda pendiente en Copa Davis y la Copa de las Naciones el único torneo masculino por equipos del calendario ATP le permitió hacer algo grande colectivamente.
No olvidemos, por mucho que se haya jugado en arcilla, que el año pasado González y Massú le ganaron la final a Australia, entonces campeón vigente de la Ensaladera de Plata.
Con Gaudio y Cañas Argentina es igualmente el favorito este jueves. Dos singlistas top ten es un antecedente insoslayable. El punto es que con Coria en la cancha -especialmente después de su notable recorrido en los Masters Series de la arcilla europea- la tarea era todavía más compleja para Massú, quien hasta ahora nunca pudo vencer al Mago.
Con todo, algún día, porque en el tenis las fórmulas infalibles no existen, González y Massú tendrán que diseñar otra agenda pre-Roland Garros. Tal vez forzados si su ranking no les permite clasificar a Dusseldorf. O por decisión propia para encarar bajo otro régimen la preparación del abierto parisino.
Por ahora, disfrutemos el momento, las victorias ante equipos de primer nivel mundial y aprovechemos la indolencia de los argentinos en la serie de este jueves que una tercera final consecutiva se agradecería. Sobre todo, de parte de la veintena de chilenos que estudian en Alemania y que, viajando algunos de ellos más de nueve horas en tren, llegan hasta el Rochusclub para comprar la entrada más económica y se ilusionan con ser partícipes de otro momento histórico del deporte chileno
aunque sea en un torneo que a los argentinos no les quita el sueño.