Por José Arnaldo Pérez, enviado especial a Melbourne japerez@cooperativa.cl
Antes de ir con esta columna vale hacer la aclaración que por más que uno pretenda en el ejercicio periodístico emitir conceptos imparciales (no digamos objetivos, porque sabemos esto es imposible de alcanzar dada la naturaleza humana), tarde o temprano cae en notas autorreferentes, o donde el periodista es parte de la misma.
Pues bien, en este texto me resultó ineludible soslayar una imagen de infancia, cuando con tiernos cuatro años y amante de los animales hasta el hastío de los que me circundaban, cada vez que veía un espécimen mi única consulta hacia mi padre, que con dulce paciencia trataba de dejarme siempre satisfecho, era: "si pelea un león con un tigre, quién gana". "Si pelea un oso con un león, quién gana". "Si pelea un elefante con un rinoceronte quién gana". Y así infinitamente a medida que conocía más y más animales. Hecho que mi hermana recuerda hasta el día de hoy
Tal vez el circuito del tenis sea muy similar a una selva donde conviven múltiples realidades, tratando todos de imponer sus términos, otros de sobrevivir ante los más fieros, éstos intentando no ser derrotados por la astucia de los menos fuertes. Y otras tantas analogías que podríamos hacer. Y un Grand Slam obviamente ante mayor concentración de jugadores viene a ser una muestra aún mayor de ese ambiente.
Respecto de los dos pleitos que vienen para los chilenos, el del suizo Stanislas Wawrinka ante Paul Capdeville tiene ribetes casi predecibles. Favorito el suizo, pero no al ciento por ciento, ya que el santiaguino nos dio espacio para mantener prendida la ilusión. Y he aquí la pregunta ¿Se puede hacer en el deporte una afirmación de carácter totalitario sobre el pronóstico de un resultado? Obvio que no, sería un desatino, por no decir una &%## (asumo se entiende el garabato... Jeje).
Más aún, en este pleito Capdeville no es un simple invitado obligado, llegó por méritos propios a esta instancia, superando cuatro partidos, el calor y, lo que es más loable aún, evidenciando un crecimiento en su juego, junto con tenerse confianza... Un rival confiado derrota a cualquiera, o también ante ese exceso de confianza puede caerse fácilmente. Vaya acertijo.
Pareciera el nacional al menos lo tiene claro. (Sí, ya sé, agoreros como el "no tiene por dónde" abundan entre nuestros compatriotas, pero preguntémosle a ellos quién gana). Apuesta abierta.
En cuanto al plato principal, Fernando González juega ante el argentino Juan Martín del Potro, que le cedió todo protagonismo al nuestro, diciendo que él en un pleito largo no tendría cómo ganarle al chileno.
¿Contramufa? Tal vez, aunque explicó claro por qué González es el favorito. Y sí, el nacional lo es, no nos atemoricemos de decir eso cuando dicha condición es favorable.
Pero, ¿podrá el de La Reina ratificarlo, en este lugar donde salvo la final de Marcelo Ríos el '98 siempre ha costado avanzar en el cuadro? ¿Logrará mantener la paternidad contra el albiceleste, al que ya derrotó dos veces, aunque en estrechos duelos?. Al menos se le ve bien. Pero ¿bastará con eso?. Las dudas e interrogantes hoy son muchas
Pero de eso se trata, un JUEGO, o creen ustedes que debiéramos olvidar el carácter lúdico del deporte, por más que sea profesional y mueva millones de dólares. Por cierto que no. Al menos el niño que presenció la práctica de González en la cancha 18 y al que el entrenador Larry Stefanki le regaló un pelota, lo sigue creyendo así, porque esa sonrisa, esa felicidad de correr alborozado e ir a mostrarle al padre que le obsequiaron una pelota (que tiene inscrito el nombre y año del torneo) es impagable. No en vano una tarjeta de crédito en un comercial dijo que la alegría de jugar no se puede comprar.
Juego también que aceptó González, "el Toro", como le llaman además de "bombardero", y el argentino Del Potro cuando respondieron a la inocente pregunta de qué animalito gana esta vez. Obvio que lo tomaron con humor. Esperemos nuestro "Toro" le gane al "Potro", para que siga avanzando en tierra de canguros y koalas. Al menos usted pregúntese quien vencerá o hágalo a sus cercano. Yo no lo sé, y vaya que me gustaría tener vivo a mi viejo, para mirarlo a los ojos y decirle a modo de juego simpático Papá, ¿quién gana...?