Por José Arnaldo Pérez, enviado especial a Melbourne. japerez@cooperativa.cl
Mientras Tommy Haas, a torso desnudo y mostrando una musculatura digna de envidia de cualquier concurrente de gimnasio pre-vacaciones, ultimaba detalles de cara a las semifinales en la cancha 16; al lado en la número 17 Fernando González cumplía con el rigor de entrenamiento que le demanda Larry Stefanky, pero además se dio más minutos de la hora que le otorga la organización para compartir tiempo con Robinson Méndez, jugador minusválido que también actuó acá en el Abierto de Australia.
Este hecho, y la circunstancia que es el único hispanoparlante que queda en la competencia adulta, motivó una concurrida jornada de entrenamiento por parte de los periodistas de Iberoamérica (léase españoles, argentinos y compatriotas).
De hecho, a su preparador físico Carlos Burgos lo bombardeaban con preguntas. Y por largos minutos. ¿Qué hizo Fernando para estar en forma? ¿Cuándo que decidió trabajar con usted? ¿Siempre lo sigues a todas partes? (Esa última parece canción de Barra Brava).
González dentro de la práctica también dialoga mucho con su técnico, y en esta ocasión Stefanki no le exige tanto al revés. Lo deja fluir. Una práctica completa y pareja con cada golpe.
Los hinchas del tenis que ya comienzan a ver cada vez menos partidos por estar en instancias finales lo identifican, y más de 50 se agolpan a ver el entrenamiento, premunidos de fotos de Fernando que salen en la revista oficial del torneo.
Otros, con esas pelotas de tenis gigantes que venden las tiendas de mercancías oficiales (que vendían, porque el poder adquisitivo de los asiáticos es muy alto y ya han agotado casi todo. Si usted piensa con la del latino, esa de lo dejo para el último día porque allí les quedará mucho y bajarán los precios, está en soberano yerro). Todos en busca del autógrafo o una foto de Fernando González...
Mientras en un costado siguen las entrevistas a Carlos Burgos
¿De qué forma lo trabajaron? ¿Cuántos profesionales son ustedes en torno a Fernando?
Y a medida que se enteran del entrenamiento con Robinson Méndez más y más periodistas de televisión se acercan. De hecho, piden refuerzos de seguridad y ya no es el típico guardia, ahora son siete los que deben custodiar. A un joven oriental que ante lo concurrido del evento decide subirse sobre los asientos a tomar una foto, rápidamente lo hacen bajar...
Y al costado Carlos Burgos, Caritos ya a esas alturas para los periodistas, prosigue con calma y paciencia monacal respondiendo ¿Y él es disciplinado? ¿Qué mediciones le hicieron?
Las fotos empiezan un verdadero bombardeo (parafraseando el apodo de Fernando) cuando comienzan los intercambios de golpes y raqueteos con Méndez. Una cadena tras otra se suceden en las notas. Méndez narra lo que ya sabemos y que recordamos, que hace tres años juega en silla de ruedas al tenis, que antes estuvo en el fútbol cuando niño en Palestino, que posteriormente vino lo de su accidente, que ha participado en la Teletón...
Y Carlos Burgos, que tiene una capacidad para entender y no molestarse con los periodistas y su preguntas, prosigue respondiendo a un lado
¿Y qué alimentos son los que más le ha costado dejar? ¿Es goloso?
Cuando termina la práctica Fernando es acosado por los fanáticos, y como siempre, les da su tiempo y responde amablemente a todas las peticiones de fotografías y autógrafos, hasta que intempestivamente se acerca un grupo y le entrega un muñeco del ratón mexicano Speedy González, en la asociación que le hacen por su apellido, y por su origen latino.
Fernando lo agradece con alegría. Se saca fotos. Y de paso, agrega un nuevo sobrenombre a su nutrida cartelera: "Bombardero" en su versión castellano e inglés, el "de La Reina", el "Toro", "Mano de Piedra"
A Carlos Burgos no lo dejan las preguntas de los colegas... ¿Y le ha influido positivamente su noviazgo con la tensita argentina Gisela Dulko?...
González termina su entrenamiento y dice que hoy aprovechó de distenderse junto a practicar, sabe que es un partido el que lo catapulta a la final, por eso "esto sirve, hacerlo más relajado, y me di tiempo de entrenar con Robinson a quien conozco hace tiempo y también es un mérito muy grande que esté aquí", apunta el ahora "Speedy González" que rápidamente -tal cual como el ratoncillo veloz- es sacado por los guardias.
Se retira a ver la otra semifinal entre Roger Federer y Andy Rodick (¿Habrá necesidad de decir que ganó Roger? Perdón el término, "le pateó el trasero" en tres sets 6-4; 6-0 y 6-2 en sólo 82 minutos de pleito). Ojalá le sirva para ver los puntos débiles de su próximo rival (¿los tendrá Federer?), ya que esperamos acceda a la final, y que con la astucia y picardía del ratón rápido engañe al gato, que en esta ocasión se llama Tommy Haas.
¿Y Carlos Burgos?
Bueno, después de tantas consultas e interrogantes de los periodistas se fue a dormir. Lo tiene merecido
Aunque me falto una pregunta, ¡Hey, Carlitos...!