Académicos del Centro de Investigación y Transferencia en Riego y Agroclimatología (Citra) de la Universidad de Talca han estado trabajando en un estudio con el objetivo de tomar medidas para resguardar el rubro agrícola en la Región del Maule ante el cambio climático.
Los expertos coinciden en que las variaciones de los patrones meteorológicos del planeta producidas por el calentamiento global obligan a aplicar nuevos modelos de carácter preventivo que, en el futuro, permitan contener las consecuencias negativas que podría haber en los cultivos.
El director del Citra, Samuel Ortega, explicó que se investiga "la variabilidad climática en la región con proyecciones hasta el año 2080"; es decir, "proyecciones para cada década sobre qué va a pasar con las temperaturas, con las precipitaciones y también con el consumo de agua".
Además, asegura que la información recabada sirve "para ayudar a los agricultores a tomar decisiones", porque "hoy está claro que en un futuro, tal vez en 30 ó 40 años, la agricultura se irá moviendo hacia el sur", al igual que "toda la fruticultura".
Preocupación por el agua
Por tal motivo, elaboraron un plan a corto y mediano plazo cuyo principal objetivo es lograr un uso eficiente del agua.
Según el agrometeorólogo Patricio González, aquello se puede lograr "generando embalses de regulación nocturna, para aprovechar el agua que se pierde en invierno en los embalses, y educar a los agricultores en el uso del agua, que debe ser moderado y a través de las tecnologías que normalmente el Citra está implementando".
"Muchos agricultores han tomado esta iniciativa y han mejorado en un 100 por ciento la eficiencia del agua y también su producción. Lamentablemente, en la zona central el cambio climático nos va a llevar a una caída pluviométrica y también a un alza de temperaturas", agregó.
En este marco, y para comprobar esa hipótesis, el Citra está utilizando redes de estaciones meteorológicas, monitoreo de unidades de suelo, se está incursionando en el uso de plataformas satelitales y de drones.
En 15 años de investigación se ha obtenido un ahorro de agua que va entre un 30 y 60 por ciento adaptando la agricultura a mejorar el empleo del vital elemento.