La Quinta renovó su devoción por Solís y jubiló al "cajarito"
El sueño de Carrera y Zamora terminó con lágrimas camino a camarines, casi como balance natural frente al arrollador segundo paso del mexicano por Viña.
El sueño de Carrera y Zamora terminó con lágrimas camino a camarines, casi como balance natural frente al arrollador segundo paso del mexicano por Viña.
Por J. Raúl Martínez, enviado especial a Viña del Mar
Marco Antonio Solís, ese mexicano que sobre el escenario roza lo mesiánico, cumplió a cabalidad su promesa: Tocó casi dos horas en la Quinta Vergara, que tal como en 2005 pareció embrujada por la voz del ex Buki y sus odas al desamor.
No es un show novedoso, mas sí bien estructurado, y con las intervenciones del "hermanito" se transforma en una catarsis colectiva para las mayoritariamente mujeres que conforman el ejército de "damitas" que aplaude cada uno de los gestos del azteca.
Una banda de buenos músicos, más sección de cuerdas del Teatro Municipal, bailarinas y hasta una versión de "Si vas para Chile" -la que prometió grabar para su próximo disco- permitieron recibir dos antorchas y una gaviota a Solís, pero casi como mero trámite.
Incluso si se midieran los decibeles, Marco Antonio Solís podría ser el hombre récord de la Quinta con el estruendo que provocan los primeros acordes de "Si no te hubieras ido".
Así, el éxito arrollador del mexicano permite darse licencias y optar por un lugar común para describir el infortunio de otros: Son las dos caras de la moneda
Kart Carrera y Pablo Zamora, los hombres tras Salomón y Tutu-Tutu, vivieron el mayor revés de su carrera en el humor con una rutina que puede hacer reír a "Kike" Morandé y los trasnochadores que siguen su programa en MEGA, pero que en Viña 2008 elevó pifias al por mayor y -sólo con una salida anticipada del escenario mediante- no se transformó en el bochorno que se veía venir.
El "cajarito" y la parodia del Profesor Rossa perdieron la oportunidad de un retiro con gloria años atrás, quizás cuando TVN apostó por ellos, y ahora son sólo un recuerdo que esporádicamente podría sacar sonrisas, pero no para el público masivo.
Ni el doble sentido ni las innumerables referencias a la farandulilla chilensis salvaron al dúo, que incluso abortó una interacción con Sergio Lagos, dando -con lágrimas en los ojos- por concluido su "sueño".
Las pifias para los humoristas derivaron en indiferencia para Coti, el jurado argentino conocido por "Nada fue un error", el único tema de los que interpretó que logró un coro, aún así insuficiente para un bis y que dejó dos temas programados sólo en eso, "programados".
El cierre a cargo de Vicentico fue distinto, afortunadamente.
El público que se quedó a ver al argentino conoce, disfruta y entiende su puesta en escena simple, incluso desgarbada, pero centrada en la música, que finalmente es lo importa.
Echando mano a sus mejores canciones como solista y a recuerdos de Los Fabulosos Cadillacs -su desaparecida banda madre-, el trasandino logró dos antorchas y una gaviota, e incluso regaló una versión personal de "Yo no me sentaría en tu mesa", que lamentablemente no alcanzó a emitirse por televisión, aunque era más valiosa que una rutina entera de Salomón y Tutu-Tutu. (Cooperativa.cl)