10 cineastas visionarios del último tiempo
Christopher Nolan cumple este miércoles 44 años, con cerca de dos décadas dedicadas al mundo cinematográfico.
En esta selección, ¿Cuál es tu favorito? ¿Quién falta?
Christopher Nolan cumple este miércoles 44 años, con cerca de dos décadas dedicadas al mundo cinematográfico.
En esta selección, ¿Cuál es tu favorito? ¿Quién falta?
Referente obligado del último tiempo. Grandes historias no sólo en el texto, sino en la grandilocuencia con que filma. Escenarios dantescos para viajes introspectivos. Ese es el trabajo de Christopher Nolan, o por lo menos es lo que ha cultivado... y ha dado resultado tanto en crítica como taquilla.
El realizador inglés cumple este miércoles 44 años, con cerca de dos décadas dedicadas al mundo cinematográfico.
Su reciente paso por la Comic Con San Diego se alzó como una de las visitas más cautivadoras del evento, adelantando junto a Matthew McConaughey lo que será su próximo proyecto conjunto: "Interstellar".
Festejando al creador de la nueva trilogía de "Batman" y otros éxitos como "The prestige" o "Inception", hicimos una selección con los 10 cineastas visionarios del último tiempo. ¿Cuál es tu favorito? ¿Quién falta en la lista?
Christopher Nolan: (Por supuesto) Es uno de los directores que ha obligado a guardarle un espacio cuando alguien se dispone a hacer una lista, resaltando lo mejor del mundo cinematográfico actual. Sobre todo cuando se sabe que tiene un estreno para el año en curso. Partió con trabajos más pequeños, más íntimos, como "Following", "Memento" e "Insomnia", explorando las aflicciones y rincones más oscuros en las mentes de sus personajes; una característica transversal que jamás ha dejado de lado y que tanto se valora al alcanzar una mezcla equilibrada entre ese sello tan propio y la grandilocuencia de un blockbuster éxito de taquilla. Véase lo que sucedió con "The dark knight" y a lo que ya nos tiene predispuestos con su próximo trabajo: "Interstellar".
Wes Anderson: Su forma de narrar una historia es única. Hay un aura en sus películas que se hace inmediatamente identificable, que roza con lo infantil para disponerse a crear y reflejar las responsabilidades del mundo adulto, incluso exponiendo el ridículo que se puede llegar a hacer por el orgullo, la envidia y la ambición. Para Anderson, los elementos que pone en pantalla bailan al son del juego de su dirección, imponiendo un ritmo ágil, cómico y alegre hasta en las situaciones más dramáticas o inverosímiles. Si hasta las tonalidades de todo en sus encuadres funciona como una danza en torno a una paleta cromática minuciosamente estudiada. Ese es su arte.
Guillermo del Toro: Un mundo de cosas retorcidas, viscosas y con ansias de sangre, es lo que reside en la mente de este mexicano. Horrores entretenidos, que saltan a la vista para engolosinar la retina como una raza vampírica que busca repartir su virulencia por el mundo, o como la lucha de colosales monstruos enfrentados a su contraparte robótica igualmente dantesca. Cada cual con lo suyo, pero Del Toro de niño hizo un pacto con lo que se escondía bajo la cama, para que luego en su adultez plasmara esas historias fantasmagóricas en lo que hoy reconocemos como su filmografía. Para el deleite de miles de fanáticos alrededor del mundo.
Quentin Tarantino: La violencia ya no es su tema. De hecho, le molesta que le pregunten por eso. No por nada se trabó en una desagradable discusión con un periodista por el asunto. Hay mucho más que eso en sus películas, y así lo ha demostrado sobre todo con sus más recientes trabajos. La clave de lo que hace Tarantino es que goza con lo que plasma en pantalla, eso lo irradia y el espectador lo puede percibir a raudales en los visionados. A ese panorama, hay que sumarle diálogos interesantes sobre cosas insignificantes, la resucitación de viejas glorias -como evidente muestra de respeto a la cultura pop que lo formó-, y sus innegables mañas: la obsesión con los pies, los planos contrapicados, las frases para el bronce y la excitación exacerbada que derrochan sus personajes cuando llegan al clímax. Como si fuera una bizarra fotografía perfecta.
David Fincher: Este director nos oculta cosas. Nos golpea y nos sumerge en la humedad de su agobiante atmósfera, para perdernos temerosos ante la amenaza de una maldad que no vemos, de un villano omniprescente. Inquietantes asesinos, alienígenas o -también- sólo ausencia. Lo que no está ahí es lo que atormenta en la filmografía de Fincher, pero que cuando la verdad se revela bien puede ser la perdición del protagonista, a quien ya le teníamos cariño porque estábamos sufriendo con él. Miedo, ambición, tiempo y algo más nos juega en contra. Todo eso, Fincher sabe utilizarlo a su favor.
Darren Aronofsky: Todo es obsesión, todo es adicción en la propuesta del neoyorkino. Desde la exploración de las drogas duras, pasando por el amor experimentado en diversas épocas y espacios temporales, hasta la enfermiza devoción por el desempeño laboral, transformado en vida, para alcanzar la perfección (o también la perdición). La proclamación de los antihéroes o antiheroínas en una filmografía que habla de obras dramáticas complejas, tanto de la vida cotidiana como de un imaginario que extiende infinitas redes en el inconsciente del realizador.
Alfonso Cuarón: Cuando sabes que todo el espacio que está en juego en los fotogramas está bajo una mano calculadora y detallista, haciendo que los paisajes hablen incluso si no tienen el protagonista en pantalla, es porque este mexicano está en la silla del director. Así como orquesta el intercambio de diálogos y acciones entre actores, también hace que estén intrínsecamente comunicados con su entorno. De antolología son el plano secuencia en "Children of men" o el vacío que experimenta el personaje de Sandra Bullock en "Gravity". Alguien para tener en la mira.
Kathryn Bigelow: Destaca como mujer en una industria y un rol dominado por hombres. Pero ese es uno de los últimos puntos en su largo listado de atributos. Hay que reconocerla mejor por propuestas arriesgadas y descabelladas, que la mayoría de las veces no comulgan con el lado conservador de Hollywood. "The Hurt Locker" propone la guerra como una droga y como tal provoca momentos de placer extremo al mismo tiempo que te destruye. Su personaje principal se siente cómodo respirando trincheras y bombas a punto de explotar, es un hábitat más satisfactorio que estar en el living de la casa con la familia. "Zero Dark Thirty" deja a los estadounidenses evidentemente como abusadores desesperados por obtener resultados. Lejos de los héroes infalibles, son víctimas de su propia maldad. Bigelow atrae y espanta.
Brad Bird: Un realizador que ha demostrado que se puede hacer una película de animación sensible y cargada de emociones, sin ser abrumador cayendo en las cursilerías de otras tantas entregas infantiles. "The Iron Giant" es una muestra, "Ratatouille" otra; en dos propuestas que parecen distantes, pero que están unidas en la forma en que las personas establecen relaciones (aunque no sean de lo más común): humano-máquina y humano-animal; con la vuelta de una consciencia que les habla, por supuesto. Y en la otra vereda, también aparece el lado aventurero de un director que combina tensión con dinamismo a la hora de narrar la complejidad de una historia que, a simple vista, puede parecer sólo una cinta de acción.
Lars Von Trier: Un danés que no se viene con cuentos. Quiere una historia, obtiene los recursos y plasma su visión en los fotogramas. Imágenes inquietantes que llegan a perturbar. El asiento se siente incómodo viendo cómo la crudeza del comportamiento humano más perverso se vuelve natural en manos de Von Trier; natural como para que quede en la exhibición. El director dice esto es lo que somos: un puñado de entes con problemas de autoestima, con relaciones quebradas y comportamientos insanos; seres bipolares que arrojamos la bondad y humildad como pantalla para la sociedad, pero por dentro nos corroe una putrefacción alimentada por la avaricia, la envidia y la desconfianza. Esa patada en la cabeza es, en su minuto, la persona non-grata en Cannes.