Puede que sea uno de los artistas más complejos del pop, genio y figura, un hombre de convicciones rígidas, un divo temperamental que a veces va demasiado lejos en sus imposiciones, un peleador melodramático al que le gusta quejarse públicamente y al que resulta casi imposible mantener relaciones fructíferas con la industria y los críticos.
Sin embargo, musicalmente, Morrissey es... Morrissey. Una de las piezas fundamentales de la escena británica de los últimos 35 años. Una influencia para gran parte del indie actual. Un icono mundial, aún a sus 56 años de vida.
Por eso resulta un alivio que todavía, en cada una de sus visitas, siga demostrando esas credenciales sin rastro de decadencia. Con 20 canciones interpretadas en la noche del jueves en Movistar Arena, volvió a contentar a esos fanáticos acérrimos de diversas edades que nunca pierden su fidelidad.
Con un repertorio basado en sus más recientes discos solistas, aunque sin dejar de lado varias joyas de The Smiths, para regocijo de las 12 mil personas que llegaron al lugar, demostró la potencia de su performance teatral, la seducción, la rabia y la pasión que se complementan perfectamente con la fuerza de los sonidos rockeros que constituyen parte clave de su historia artística desde hace casi 40 años. Esto, claro, sin dejar de lado las sutilezas de su voz aterciopelada y llena de matices.
Fue una hora y media de show que comenzó con una proyección de 30 minutos en un telón gigante con videos de artistas que fueron influencia para su trabajo, como The Ramones, Tina Turner, The New York Dolls y Charles Aznavour. Un recurso de extensión quizás excesiva, que fue aplaudido al principio, para luego colmar la paciencia de los espectadores, que emitieron algunas pifias.
Pero cuando Moz apareció finalmente en escena todo eso quedó en el olvido. Canciones como "Suedehead", "Alma Matters" o "This Charming Man" abrieron los fuegos, para seguir con la mezcla de clásicos y temas más recientes a lo largo del periplo. "How Soon is Now" de The Smiths, "I'm Throwing My Arms Around Paris", "Kiss Me a Lot" y "First of the Gang to Die" fueron otras de las canciones más coreadas.
Discurso personal
Como era de esperar, el cantante combinó sus temas sobre amor no correspondido, nostalgia, aislamiento y soledad con su fuerte discurso, eminentemente musical y visual, (y no tanto verbal) sobre temas como la violencia policial, la injusticia social y, por supuesto, su causa mayor: el animalismoy su eterno clamor por parar las atrocidades de la industria de la carne. En la pantalla gigante al fondo del escenario se sucedieron imágenes relacionadas con todas estas temáticas, siendo las más impactantes las escenas de un documental sobre la cruel forma en que son sacrificados los animales en Reino Unido y el resto del mundo. El llamado a la conciencia fue subrayado con la leyenda en la pantalla: "¿Cuál es tu excusa ahora? La carne es asesinato".
Con la frase "no podemos encontrar un contrato de grabación en Reino Unido, no podemos encontrar un contrato de grabación en los Estados Unidos. Nos mudamos a Chile", lanzó su infaltable queja personal, con la cual se refirió a su imposibilidad de llegar a acuerdos duraderos con los sellos discográficos.
El show se fue al único bis con el himno "Everyday is like Sunday", para luego volver a escena junto a sus músicos y cerrar con "What she said" de The Smiths.
Así culminó una noche sólida, protagonizada por un artista que sigue sacando lustre y partido a su merecida categoría de leyenda.
Yanina Sepúlveda en Twitter: @yanis_yoplin