Comentario de Cine: "Star Wars, El despertar de la Fuerza"
La película llega a los cines chilenos este jueves.
Se extiende por 135 minutos y es para Todo Espectador.
La película llega a los cines chilenos este jueves.
Se extiende por 135 minutos y es para Todo Espectador.
¿Queríamos más "Star Wars"? Claro que queríamos. Pero había temor. Había una especie de reivindicación pendiente. 16 años atrás el mismo creador de la saga, George Lucas, estrenó las precuelas de un universo que había presentado dos décadas antes, pero no logró estar a la altura. Dejó de lado las aventuras trepidantes de sus héroes, para contar una historia de orígenes con tintes mesiánicos que se entrampó en la burocracia. Propuestas colmadas de enredos en forma de diálogos sobre política intergaláctica, que dinamitaron el espíritu del viaje que tan bien había resultado en un primer momento.
La desvinculación de Lucas de la saga, al entregarle los derechos a Disney por nada más ni nada menos que 4 mil millones de dólares, detonó más incertidumbre: ¿qué quiere hacer este estudio con la tan amada saga? Ahora ya lo sabemos. Cumplieron con creces lo que prometían: una apelación a la nostalgia con una vibra actualizada, aunque poniendo en encrucijadas a los fanáticos.
Un stormtrooper con conflictos morales, a quién después conoceremos como "Finn" (John Boyega), decide escapar de la desolación que está provocando el movimiento conocido como "Primera Orden", una especie de colectivo heredero del Imperio derrocado en la saga original y principal amenaza en esta nueva trilogía. En su huída, conoce a "Rey" (Daisy Riley), una recolectora de chatarra tratando de sobrevivir en el día a día del inhóspito planeta Jakku. Junto al droide "BB-8" iniciarán un recorrido que los llevará a cambiar sus prioridades y también la visión que tenían sobre la galaxia, además de encontrarse con conocidos personajes como "Han Solo" (Harrison Ford) y "Chewbacca" (Peter Mayhew), que se alzarán como sus guías. Decir más de la trama es echar a perder su desarrollo.
Pero con ello en mente, lo que ofrece "Star Wars: El despertar de la Fuerza" es un recambio generacional en el equipo, tanto para la ficción como para conquistar a nuevos públicos. El paso de la posta no es meramente simbólico, es real. La presencia de los antiguos personajes es poderosa en la revitalización de esta historia, pero tienden a jugar un rol más vinculado a la orientación. El verdadero peso de este "despertar" recae en las nuevas adiciones, en una representación de la juventud que resulta atractiva de ver. Boyega es carismático, logra evidenciar la pugna sicológica que lo acosa e, incluso, tiene tiempo para ser galán. Riley, por su lado, es fuerte, genera empatía y rompe, para reformular, el esquema femenino asociado a la saga. Si en un principio alguien tuvo dudas sobre lo que podían llegar a hacer, ahora pueden quedar completamente disipadas.
Y eso está en directa relación con cómo el director J.J. Abrams elaboró la historia, por supuesto en conjunto con los guionistas Lawrence Kasdan ("El Imperio Contraataca") y Michael Arndt ("Pequeña Miss Sunshine", "Toy Story 3"). El peso sobre los hombros del creador de "Lost" era descomunal. La presión, un catalizador más para hacer las cosas correctamente. Tan bien como para mantener el espíritu, tan bien como para demostrar corazón.
Esto último sobre todo se evidencia en el hecho de que Abrams toma decisiones arriesgadas que, quizás, para muchos fanáticos generarán impacto, sentimientos cruzados o modificarán violentamente su forma de ver la película. El asunto está en que, si uno logra separar la pasión de lo que está viendo, entenderá que estos pasos osados siempre funcionan en beneficio de la historia, en lo que es hoy y en lo que continuará con las secuelas y spin offs que ya están asegurados.
El sello de Abrams está además en el ritmo itinerante que tiene al filmar, algo que ya se había probado "en el espacio" con lo que hizo para "Star Trek", pero ahora demuestra un tacto más pulido, aprovechando las locaciones y la grandilocuencia de lo que tiene entre manos. También pone su rúbrica en las cámaras eternamente inquietas, pero que no confunden la vista. Y, sí, infaltable es el lens flare (brillo en el lente) tan característico de sus productos, pero que aquí no se utiliza abusivamente, sino que como una pequeña firma que dice "sí, lo hice yo, pero sigue viendo la película". Nada que desconcentre.
"Star Wars: El despertar de la Fuerza" está plagada de guiños a sus directas antecesoras en la cronología. Pero se entienden como servicios a los fanáticos, que a ratos son evidentes y en otras ocasiones más sutiles. A ello se suma la imponente presencia de la banda sonora de John Williams que, si bien se nutre de las composiciones anteriores, se la jugó para dar identidad a "lo nuevo". Ahí hay otro aspecto de la frescura que entrega el filme.
Quizás fue engañosa al promoverse de la mano de personajes que se alzaban como atractivos, pero que en el metraje quedan como piezas al costado, salvo por contadas ocasiones. O el despropósito de utilizar a expertos en artes marciales en insignificantes cameos. Pero ahí está, no todo está a punto. Quedan múltiples aristas tentativas para explorar e interrogantes dando vueltas una vez concluida.
A ratos hay que creer mucho en la secuencia de coincidencias en las que se apoya "Star Wars: El despertar de la Fuerza", pero termina por emerger airosa en la difícil tarea de continuar con la saga que marcó no sólo el género de la ciencia ficción, sino que la historia del cine.