La estrella del pop Justin Bieber provocó una nueva polémica, esta vez en China, después de que publicara en su Instagram dos fotografías de sí mismo durante una visita al polémico santuario de Yasukuni en Japón.
Mientras estaba de vacaciones en Japón con su madre, Bieber tomó las instantáneas que han causado un gran revuelo en las redes sociales chinas, ya que el santuario honra a todos los caídos por Japón entre finales del siglo XIX y 1945, entre ellos criminales de guerra durante la II Guerra Mundial.
Al conocer de qué lugar se trataba, el cantante canadiense se disculpó a través de su mismo Instagram, explicando que "cuando estaba en Japón le pedí a mi chófer que se detuviera ante un precioso santuario. Me equivoqué al pensar que los santuarios son lugares solo de oración. A quien pudiera haber ofendido, lo siento mucho. Quiero a China y quiero a Japón".
La polémica
"Pide perdón a tus fans chinos", le exigía uno de sus seguidores, mientras que otro le recordaba que los japoneses "cometieron atrocidades" en China durante la Segunda Guerra Mundial.
La polémica se amplió también en la principal red social de China, Weibo -similar a Twitter-, donde muchos internautas atacaron y hasta llegaron a insultar al popular cantante canadiense.
"Cuando uno no ha tenido una educación adecuada, es normal que haga este tipo de cosas y no sepa de historia", decía uno, mientras que otro auguraba que la estrella "perderá muchos fans en China, porque lo que ha hecho supera los límites".
Más tarde, tras el aluvión de comentarios, ambas instantáneas fueron retiradas.
Preguntado al respecto, el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Qin Gang, afirmó que no estaba al corriente de la polémica ni sabía la posición política del cantante, pero sí señaló que "espero que (Justin Bieber) pueda aprender más sobre la historia del militarismo japonés y entienda claramente la invasión que llevaron a cabo, así como el punto de vista equivocado que promueve el santuario".
Hace dos días, el primer ministro japonés, Shinzo Abe, envió una ofrenda al polémico santuario, un gesto que molestó a estados vecinos de Asia, especialmente a China.
De hecho, y a diferencia de otras ocasiones, Abe decidió no visitar personalmente el santuario, ya que la última vez que lo hizo recibió críticas hasta de Estados Unidos, principal aliado de Japón, que desaprobó el gesto por contribuir a la desestabilización de la región.