Unos tres mil argentinos, según las autoridades, desafiaron este miércoles en Buenos Aires el fuerte operativo policial desplegado por el Gobierno de Javier Milei para protestar en contra de su plan de ajuste económico y por la asfixia inflacionaria que ha convertido casi en un lujo la compra de alimentos y artículos de primera necesidad.
Con gritos a favor de los derechos laborales que ven peligrar por la política del mandatario ultraliberal, los manifestantes marcharon por las principales avenidas de la capital argentina en dirección hacia la Casa Rosada (sede de la Presidencia), pese a las advertencias de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, de que podían perder sus beneficios sociales si cortaban las vías.
La diputada de izquierda Myriam Bregman, quien participó de la protesta, aseveró que "el artículo al que recurre Patricia Bullrich para proteger el ajuste que está realizando es de la dictadura militar, de los bastones largos, así que hoy estamos todos acá repudiando esto, diciéndole que sabemos que siempre tratan de que el ajuste pase con represión".
"¡A la vereda, a la vereda!", exigían los efectivos policiales antidisturbios tratando, sin mucho éxito, de limitar la protesta a una calzada que medía apenas tres metros y medio de ancho.
Desbordados, las fuerzas de la policía federal y de Gendarmería no lograron hacer cumplir el nuevo protocolo de seguridad anunciado la semana pasada por el Gobierno para castigar a quienes corten las calles, una medida que las organizaciones de derechos humanos consideran ilegal y propia de los tiempos de la dictadura militar que entre 1976 y 1983 reprimió cualquier expresión de protesta.
Arrinconado contra la pared, Esteban González, costurero y miembro de Polo Obrero, una de las organizaciones convocantes, le daba la mano a otra militante con los ojos llorosos por el gas pimienta lanzado por los agentes.
"Siempre fue pacífica la manifestación, pero están implantando el miedo en la gente con la infantería (una rama de la Policía)", lamentaba González, de treinta años, a EFE.
Diez días después del cambio de Gobierno, las organizaciones esperaban reunir a más de 50.000 personas en el primer desafío de la calle a Milei, pero las autoridades cifran los asistentes en apenas 3.000.
La docente Marcela López, de 58 años, aseguraba que había tenido un "poquito de miedo" de protestar en unas condiciones que describe como de "Estado de sitio", pero que pesó más la "angustia" de no tener qué comer de aquí a unos meses.
Ya frente a la Casa Rosada, las organizaciones sociales recordaron, como cada año en estas fechas, a las 39 personas que murieron en las protestas que se desencadenaron en diciembre de 2001 contra el Gobierno de Fernando de la Rúa (1999-2001) y que acabaron con el mandatario evacuando en helicóptero la Casa Rosada, una renuncia que muchos manifestantes desean que se repita con el recién estrenado Gobierno de Javier Milei.
GOBIERNO MINIMIZA IMPACTO
El Gobierno argentino, en tanto, minimizó el impacto de la primera protesta callejera contra el plan de ajuste económico del presidente Javier Milei llevada a cabo Buenos Aires.
En comparecencia ante los medios, poco después de que finalizara la movilización desarrollada en el centro de la capital argentina sin apenas incidentes, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, consideró exitosa la aplicación del nuevo protocolo de seguridad elaborado por su departamento para evitar el colapso de las calles y carreteras por la acción de los piquetes.
"Se terminó el vale todo", enfatizó Bullrich en una rueda de prensa celebrada en el Departamento Central de la Policía Federal Argentina junto a varios encargados de las fuerzas de seguridad.