La policía brasileña entró este sábado a la cárcel brasileña de Alcaçuz, la mayor del estado de Río Grande do Norte, para construir una barrera que separe a dos facciones rivales que mantienen enfrentamientos desde hace una semana.
Según el gobierno del estado, los agentes ayudarán a colocar contenedores como medida "preventiva", hasta la construcción definitiva de un muro de piedra para separar a presos de clanes rivales.
Desde marzo de 2015, cuando tuvo lugar una rebelión, muchas de las celdas de la cárcel no tienen puertas, lo que ha permitido la libre circulación de los presos, que el jueves iniciaron una batalla campal en el patio.
El motín comenzó hace una semana cuando 26 personas fueron brutalmente asesinadas, la mayoría de la facción Sindicato do Crime do Río Grande do Norte (SDC), por órdenes del Primer Comando de la Capital (PCC).
Varios reos tuvieron que ser evacuados y trasladados a hospitales tras resultar heridos, uno de ellos por un supuesto tiro, ya que, según mostraron las cámaras de televisión, algunos tienen armas de fuego.
Mientras los presos continúan amotinados en el interior de la prisión, el Ejército brasileño se ha desplegado por las calles del estado para contener una ola de ataques contra autobuses y comisarías de policía.
Más de 130 reos han muerto desde comienzo del año en diferentes cárceles del país y el Gobierno brasileño ha admitido que la crisis se ha convertido en un problema "nacional".