El presidente interino de Brasil, Michel Temer, admitió este viernes que no podrá "hacer milagros en dos años", dando por sentado que Dilma Rousseff será destituida al final del juicio político que enfrenta y por el que fue suspendida de sus funciones este jueves.
"Quiero que al dejar la Presidencia, me miren y digan por lo menos: ese sujeto arregló el país", dijo Temer en una entrevista concedida hoy a la revista Época.
Temer aseguró que tanto él como sus ministros están "imbuidos de un sentido de urgencia" para adoptar las medidas necesarias para sacar al país de la recesión.
"No es porque es imposible hacer milagros que no se deben establecer metas ambiciosas, como las que delineé. Es posible hacer mucho, no tengo duda. Y si no hubiera ambición, ¿cuál es el propósito de intentarlo?", comentó.
El nuevo presidente subrayó que tiene "plena confianza" en su ministro de Hacienda, Henrique Meirelles, y le dará "autonomía" para aplicar "los ajustes necesarios".
En la entrevista también aseguró que aún no ha asimilado el hecho de haber llegado a la Presidencia, aunque aseguró que está "acostumbrado a la presión, a situaciones difíciles, a crisis".
"Trabajaré de domingo a domingo, de día y de noche, para cumplir las expectativas del pueblo brasileño", afirmó.
Temer también aseguró que Brasil necesita "cambiar la cultura política del país", para acabar con "la profunda falta de respeto por las leyes y las instituciones" y "rescatar el valor de la Constitución".
Finalmente, Temer aseguró que dio orden de que sus ministros mantuvieran la fotografía de Rousseff en sus despachos, después de que alguno la hubiera retirado, porque "es preciso tener respeto".
"Ella está apartada, pero continúa (siendo) presidente. Hasta que salga en definitiva, en el caso de que sea esa la decisión del Senado, debe tener sus derechos como presidente apartada asegurados", comentó.
Rousseff fue apartada por el Senado este jueves, por un plazo máximo de 180 días, mientras se desarrolla en esa cámara un juicio político con fines destituyentes.