Un investigación de 17 medios internacionales recabó información sobre la persecución que viven las personas de la minoría musulmana en China, que son encerradas en centros de reclusión de "educación ideológica".
A través de documentos obtenidos por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés) que reúne a The New York Times, Le Monde y El País, entre otros, se conoció que en una semana en junio del 2017 el Gobierno chino encarceló a 706 personas por "extremismo", por ser musulmanes.
Otras 15.683 fueron encerradas en lo que el Gobierno chino llama "centros de educación ideológica y entrenamiento profesional", que afectan particularmente a la etnia uigur, encarcelados sin juicio previo por un año para tener una "transformación ideológica".
Los uigures son obligados a aprender mandarín, ya que hablan una lengua túrquica más cercana al uzbeko, además de resolver sus "contradicciones ideológicas" cambiando sus hábitos de vida diaria.
También se les prohíbe utilizar el saludo árabe "salaam alaikum".
Vigilancia y espionaje
Se constató que el Gobierno chino realiza operaciones masivas con sistemas de vigilancia y procesamiento de datos personales obtenidos del uso de aplicaciones móviles y reconocimiento facial, particularmente en Xinjiang, donde residen cerca de 11 millones de personas pertenecientes a la etnia uigur.
De acuerdo con los documentos obtenidos, cerca de un millón de uigures han sido encerrados en estos centros de reclusión, quienes suelen ser condenados sin pruebas y son perseguidos a través de las embajadas en distintos países.
Los datos obtenidos corresponden a 2017, año en el cual el régimen recrudeció su ofensiva contra los uigures y se detalla que los centros cuentan con doble cierre en las puertas de los dormitorios de los "estudiantes", y un sistema de videovigilancia sin ángulos muertos.
Los estudiantes permanecen en el centro hasta alcanzar las puntuaciones requeridas en los exámenes y terminar lo que China denomina "desradicalización".
Según los documentos confidenciales, las instalaciones donde son derivados los presos tienen que permanecer secretas para "asegurar que nuestro personal sea consciente de que (esto) se mantenga en secreto, de la seriedad de la disciplina política y de secretismo".
Debido a esto, cerca de 1,6 millones de uigures han migrado hacia Australia, Turquía, Europa y EE.UU.
Relato
Zumrat Dawut, de 37 años, residente en EE.UU. desde abril de este año, pasó tres meses en estos centros de detención y detalló que "no había camas como tal, sino un sitio en el suelo. No cabíamos todos, así que por la noche una mitad dormía y la otra no. Los baños estaban abiertos ante todo el mundo, así que si alguien los usaba cualquiera podía verlo".
"Nos llevaban a clase con esposas en las manos, y había cámaras, podían ver cada esquina y a todos los que estábamos allí", agregó.