Con su nuevo desplome de este martes, de un 6,42 por ciento (su quinta caída de más de un 3 por ciento este mes), la Bolsa de Shanghái, que parecía haberse estabilizado en las últimas dos semanas, volvió a mostrar una gran volatilidad, que la hizo perder casi un cuarto de su valor en lo que va de 2016.
Shanghái ha perdido un 22,3 por ciento sólo este mes, después de haber conseguido cerrar 2015 con unas ganancias acumuladas de un 9,41 por ciento, a pesar de sus largos desplomes del verano pasado, cuando llegó a ceder hasta un tercio de su valor durante el mes de julio, aunque luego se recuperó durante el resto del año.
Para el segundo mercado de valores del país, la Bolsa de Shenzhen, la situación es parecida, y tras su desplome de otro 6,96 por ciento de este martes, acumula ya también una caída de un 25,12 por ciento en lo que va de enero.
El índice general de Shanghái, el referencial de los parqués chinos, ya había reflejado una fuerte volatilidad durante el año pasado, cuando llegó a alcanzar los 5.178,19 puntos en su mejor momento, pero también los 2.850,71 enteros en su cierre más bajo de 2015.
Sin embargo, tras sus desplomes de las dos primeras semanas de 2016 y el fuerte golpe de este martes, cuando decreció un centenar de puntos tan sólo en la última hora de cotización de la jornada, Shanghái está ya en 2.749,79 enteros, su cierre más bajo desde diciembre de 2014, cada vez más por debajo de la línea psicológica de los 3.000 puntos.
Esta barrera fue marcada por los analistas como límite de riesgo al comienzo de la crisis financiera internacional, en 2008, aunque dada la sobrevaloración que había de muchos títulos al comenzar el año, sobre todo entre las pymes, algunos expertos estiman que la estabilidad de Shanghái estará ahora rondando los 2.800 enteros.
Así lo aseguraba a EFE Rui Meng, profesor de la escuela de negocios chino-europea CEIBS (Shanghái), tras los primeros desplomes de principios de enero, cuando recordó también que las bolsas chinas están menos vinculadas que otros mercados a los fundamentos de la economía real, aunque no deja de pesarles la ralentización china.
Causa de la volatilidad de los mercados
La gran volatilidad de los mercados chinos se explica porque tres cuartos de su actividad diaria pasa por las manos de sus 90 millones de inversores no profesionales, que mueven sus ahorros en bolsa por la baja rentabilidad que ofrecen los depósitos bancarios en el país, lo que hace que la última hora de cada jornada sea más inestable.
En efecto, eso es también lo que ocurrió hoy, ya que aunque ambos parqués chinos habían empezado el día con pérdidas moderadas (de un 1,05 por ciento en Shanghái y otro 1,11 por ciento en Shenzhen), y se habían mantenido en esos niveles durante la sesión matutina, siempre a la baja, sólo cayeron por encima del 3 por ciento en las dos últimas horas de la tarde.
De hecho, la verdadera caída en picada no se produjo en ambos mercados hasta los últimos 45 minutos de cotización del día, cuando ya hacía horas que el banco central había anunciado este martes su mayor inyección de capital en el sistema financiero en un solo día desde 2013, y la cuarta llevada a cabo en la última semana.
El Banco Popular de China introdujo este martes 440.000 millones de yuanes (67.000 millones de dólares) para aumentar su liquidez ante las vacaciones del Año Nuevo lunar chino, en febrero, que prácticamente paralizan gran parte de la actividad económica del país durante más de una semana.
A pesar de esto, ambos mercados se hundieron en paralelo, y casi un millar de los menos de 3.000 valores que cotizan entre las dos plazas cerraron prematuramente al alcanzar su caída el máximo de pérdidas diarias permitidas por acción, un 10 por ciento.
Hasta este martes, las volátiles bolsas chinas habían mostrado dos semanas de relativa estabilidad, después de un comienzo de enero en el que habían vuelto a provocar inquietud en los grandes mercados financieros mundiales.