La República Popular China celebra este lunes con actos solemnes el 63 aniversario de fundación del régimen comunista, a poco más de un mes de vivir un importante momento histórico: su cuarta transición de poder.
Tal día como hoy de 1949, Mao Zedong, subido en lo alto de la puerta de Tiananmen (la misma en la que ahora cuelga su retrato, al norte de la plaza homónima), anunciaba que "el pueblo chino se ha levantado" y fundaba un régimen que ha persistido hasta la actualidad, no sin altibajos, a lo largo de más de medio siglo.
Más de seis décadas después, sus sucesores, encabezados por el presidente chino, Hu Jintao, y el primer ministro, Wen Jiabao, acudieron a la plaza de Tiananmen para hacer una ofrenda de flores al Monumento de los Héroes del Pueblo, junto al Mausoleo donde descansa el cuerpo embalsamado de Mao.
Poco antes, al amanecer, decenas de miles de chinos visitaban la plaza, como cada año, para asistir a la ceremonia de izado de la bandera nacional y contemplar los espectaculares arreglos florales con los que Tiananmen se decora cada otoño.
Transición delicada
Los líderes chinos se han esforzado en dar al aniversario de 2012 más importancia que en otras ocasiones, por el delicado momento de transición en el que China se encuentra.
El 8 de noviembre -fecha anunciada la semana pasada, tras meses de conjeturas- comenzará el XVIII Congreso del Partido Comunista de China (PCCh), en el que la cúpula de la formación que gobierna en solitario será renovada, con la esperada salida de Hu y Wen de ella y el ascenso, si se cumplen las previsiones, del vicepresidente Xi Jinping a la más alta posición.
El Congreso "es un encuentro crucial para construir sobre los logros pasados y abrir nuevas perspectivas de desarrollo futuro", dijo Wen en el discurso de homenaje al 63 aniversario, durante una recepción celebrada el fin de semana.
En marzo de 2013, durante el plenario anual de la Asamblea Nacional Popular, la transición continuará con el nombramiento de nuevo presidente, primer ministro y otros cargos al frente del Estado y el Gobierno, en el que los nuevos miembros de la cúpula del PCCh tendrán los principales cargos.
Durante los últimos meses, los altos dirigentes del PCCh han negociado secretamente los detalles de esta transición que esperan sea pacífica, como la anterior de 2002-2003 (no pasó lo mismo con las dos primeras, en 1976 y 1989), aunque han encontrado obstáculos, el mayor de ellos el "escándalo Bo Xilai".
Bo, hasta marzo dirigente del PCCh en la municipalidad de Chongqing y que sonaba como uno de los posibles miembros de la venidera "quinta generación" de líderes, acabó cayendo en desgracia en un escándalo de corrupción que incluye una condena a su esposa por asesinato y otra a su mano derecha, Wang Lijun, quien intentó en febrero refugiarse en un consulado de EEUU.