Los equipos que buscan a supervivientes bajo los edificios derruidos en Esmirna, la ciudad más afectada por el terremoto que sacudió el viernes pasado el oeste de Turquía y dejó al menos 110 muertos en el país, han cumplido este martes su quinta jornada de trabajo, entre la esperanza y la aflicción.
Desde que iniciaron su labor, momentos después del temblor de 6,8 grados de magnitud que sobrevino el viernes, los expertos ya han rescatado a 107 personas vivas de entre los escombros, junto a un centenar de cadáveres.
El total de heridos supera el millar, aunque solo quedan 144 en tratamiento, y solo una decena están en cuidados intensivos.
MILAGRO TRAS 4 DÍAS
Un momento extremadamente emotivo y esperanzador se vivió en la mañana de hoy con el salvamento de una niña de tres años, Ayda Gezgin, que había quedado atrapada 91 horas, casi cuatro días, entre los cascotes de un edificio derruido.
"Era un milagro. La mayor motivación que podamos tener es encontrar a alguien como Ayda. Estaba llena de energía; parecía que solo había estado atrapada unas pocas horas", dijo Gökhan Alibey, miembro del equipo de rescate que liberó a la pequeña.
Había quedado atrapada en la cocina de su vivienda en el primer piso del bloque residencial, entre la lavadora y la encimera, sin poder moverse, pero sin sufrir un rasguño.
Su padre, Ugur Gezgin, ex árbitro de fútbol, y su hermano, Atakan, ya salvados, se reunieron con Ayda poco después, pero su madre, Fidan, fue sacada al poco tiempo sin vida del mismo bloque.
SOLIDARIDAD DE VECINOS
Aunque las esperanzas de encontrar a alguien más con vida son ya extremamente tenues, la búsqueda prosigue en cuatro de los trece edificios que se desplomaron de forma total o parcial el viernes, según datos de AFAD, el servicio de emergencias turco.
La población de Esmirna se ha volcado tanto con los profesionales de rescate como con las víctimas del terremoto, ofreciéndoles comida, bebidas calientes y mascarillas.
Seguidores de un club de fútbol de Esmirna, el Göztepe, han incluso montado una "gastroneta", un vehículo con cocina, para repartir comida a trabajadores, afectados y familiares de víctimas.
También han acondicionado una cancha de baloncesto como almacén para recoger y repartir ropa, comida y artículos de higiene a las miles de personas que se han quedado sin casa al no poder regresar a edificios posiblemente dañados.
AFAD y el ayuntamiento han colocado miles de tiendas en parques y espacios abiertos, pero ante las temperaturas otoñales que empiezan a bajar, las próximas semanas se prevén duras.
BARRIO DE ALTO RIESGO
Prácticamente todos los afectados son residentes del barrio de Bayrakli en la periferia norte de la ciudad, con cuatro millones de habitantes la tercera mayor de Turquía.
Se trata de una urbanización de bloques de vivienda construida de forma acelerada a partir de los años 70 y 80, con varios edificios ya desde hace años calificados "de riesgo" por estar construidos con hormigón de mala calidad o porque se habían eliminado muros de carga para ampliar el espacio comercial disponible en la parte baja.
Tras el temblor, las autoridades han procedido a analizar todos los inmuebles y han marcado para un derribo urgente 124 edificios, mientras que otros 119 muestran "daños medios", anunció este martes el ministro de Urbanismo, Murat Kurum.
De los 110 muertos registrados en Turquía, 108 fallecieron al desplomarse viviendas en este barrio, uno murió de un ataque al corazón y una mujer se ahogó en el tsunami provocado por el temblor en un municipio costero a 30 kilómetros al sur de Esmirna, cerca del epicentro.
A estas cifras hay que añadir a dos adolescentes muertos por el desplome de un muro en la isla griega de Samos.