Los restos de John Dillinger, uno de los gánsters más famosos de la década de 1930 en Estados Unidos, serán exhumados en septiembre de la tumba de hormigón reforzado en que reposan, a petición de su sobrino, informaron este miércoles medios locales.
Dillinger, quien tenía 31 años cuando en 1934 agentes de la Oficina Federal de Investigaciones lo mataron a balazos a la salida de un teatro en Chicago, lideraba la "Pandilla del Terror", a la que se atribuyen diez homicidios, el robo de al menos 24 bancos y atacar cuatro comisarías de policía.
Recién casado, con temperamento revoltoso y dificultades para mantener un empleo, Dillinger y un amigo asaltaron un almacén local y, durante la acción, él golpeó a una víctima con una barra de metal envuelta en un trapo. Eso lo llevó a pasar una década en prisión, donde conoció a otros criminales más curtidos.
En el apogeo de su carrera criminal en los peores años de la Gran Depresión, Dillinger cultivó su leyenda haciéndose popular entre millones de personas que perdieron sus inversiones, sus hogares y sus empleos a manos de los bancos.
"Este era un tipo que golpeaba a las instituciones que habían dañado a tanta gente, y la gente simpatizó con él (...) Se hizo el cuento de Robin Hood", dijo a la cadena de televisión CBS Spiros Batistatos, quien dirige un grupo que posee la mayor colección de recuerdos de Dillinger.
De hecho, miles de personas concurrieron a ver el cadáver de Dillinger antes de su entierro hace 85 años en el Cementerio Crown Hill de Indianápolis, la ciudad donde había nacido.
Como toda leyenda popular, la historia y desenlace de Dillinger incluye teorías de conspiración y misterios, una de las cuales sostiene que su cadáver no fue sepultado donde se ha dicho.
Dillinger, quien nunca fue condenado por homicidio, aguardaba su juicio por la muerte de un policía de Chicago cuando se escapó de la cárcel de Crown Point (Indiana), en marzo de 1934, usando un trozo de madera tallado en la forma de una pistola para amenazar a los guardias.
Mientras estuvo prófugo se sometió a cirugía plástica, pero ello no le salvó de la traición de Ana Campanas, una prostituta rumana y dueña de un burdel, a quien la prensa de la época llamó "La dama de rojo".
Cuando Campanas se dio cuenta de la identidad real del hombre que frecuentaba a una de sus pupilas, hizo un trato con el FBI bajo el cual esperaba obtener la recompensa prometida por las autoridades y la residencia legal permanente en Estados Unidos.
En la noche del 22 de julio de 1934, Campanas -vestida de anaranjado, en realidad- señaló a los agentes del FBI la presencia de Dillinger en el teatro Biograph.
Según la versión oficial, los agentes mataron a Dillinger cuando este intentó desenfundar su pistola.
Campanas recibió sólo la mitad de la recompensa que esperaba, y años después, fracasada su gestión por la residencia legal, fue deportada a Rumanía.
El mito del "delincuente vengador" de las injusticias de los bancos hizo que John Wilson Dillinger, el padre del pistolero, dispusiera enterrar el ataúd bajo cuatro losas de concreto reforzadas con varillas de hierro.
Susan Sutton, de la Sociedad Histórica de Indiana, dijo a CBS que la familia temía que alguien excavara la tumba para profanar o robar los restos. De hecho, los Dillinger habían recibido ofertas de dinero para "prestar" el cadáver a fin de exhibirlo.
No está claro el motivo por el que Michael Thompson, el sobrino de Dillinger, solicitó y obtuvo del Departamento Estatal de Salud el permiso para la exhumación de los restos del famoso gánster el 6 de septiembre.
El canal de televisión History Channel indicó que cubrirá la exhumación como parte de un documental sobre Dillinger.