El presidente de EE.UU., Barack Obama, anunció este jueves una nueva prolongación de la misión militar de su país en Afganistán, que contempla mantener a 5.500 soldados al final de su mandato, en enero de 2017, y olvidarse de dejar la Casa Blanca con la promesa cumplida de cerrar una guerra que ya dura 14 años.
Obama defendió su decisión en una comparecencia en la Casa Blanca y dijo que cree que esa extensión es "lo correcto", pero lo cierto es que supone un nuevo revés para un presidente que inició su mandato en 2009 con una promesa que no va a poder cumplir, la de poner fin a las guerras en Afganistán e Irak.
"Las fuerzas afganas no son todavía tan fuertes como deberían", admitió Obama en su discurso al subrayar también que la situación de seguridad sigue siendo "muy frágil", con recientes avances de los talibanes, una presencia residual de Al Qaeda y esfuerzos de reclutamiento de los yihadistas del Estado Islámico (EI).
La estrategia actual contemplaba la reducción de los 9.800 soldados presentes en Afganistán a partir de mayo de 2016, con el mantenimiento de una fuerza residual en 2017 de unos 1.000 militares cuyo objetivo principal iba a ser garantizar la seguridad de la embajada estadounidense en Kabul.
Bajo el nuevo plan presentado por Obama, esos 9.800 soldados se quedarán hasta finales de 2016 en Afganistán y se reducirán después a 5.500, un contingente que estará en Kabul y en algunas bases en el resto del país que incluyen Bagram, Jalalabad y Kandahar.
El presidente enfatizó que la "naturaleza" de la misión estadounidense en Afganistán no ha cambiado ni va a cambiar, al recordar que las tropas ya no están "en rol de combate", y sus objetivos principales tampoco: la lucha contra grupos terroristas como Al Qaeda y seguir entrenando a las fuerzas afganas.
"Como comandante en jefe, no permitiré que Afganistán sea utilizado como refugio por los terroristas para atacar de nuevo a nuestra nación", remarcó Obama.
Pero quiso enviar también un mensaje al "pueblo estadounidense" y a todos los que están "cansados" de la guerra afgana: "Yo no apoyo la idea de una guerra sin fin y he argumentado repetidamente contra intervenir en conflictos militares abiertos que no sirvan a nuestros intereses de seguridad nacional esenciales", explicó.
A juicio de Obama, será necesario continuar evaluando la situación sobre el terreno en Afganistán y la posibilidad de más ajustes, algo que anticipó que será su tarea hasta enero de 2017 y luego de su sucesor en la Casa Blanca.
El próximo presidente de EE.UU. "heredará" el conflicto afgano "en una posición mucho mejor para enfrentar los desafíos", que serán "mucho menores" a los que se encontró Obama al llegar al poder en 2009, defendió su portavoz, Josh Earnest, en una conferencia telefónica con periodistas.
Por su parte, el Departamento de Estado anunció que el actual embajador estadounidense en Pakistán, Richard Olson, asumirá el 17 de noviembre como enviado especial del Gobierno para ese país y Afganistán en sustitución de Dan Feldman, que terminó su labor en septiembre.
Además de las tropas de EE.UU., la OTAN cuenta con alrededor de 4.000 militares en tareas de asistencia y capacitación en Afganistán, aunque sin mandato para entrar en combate.