Las medidas anunciadas por Washington y La Habana para "normalizar" las relaciones ponen fin a medio siglo de congelamiento en los lazos entre Estados Unidos y Cuba.
Pero contrario a lo que muchos piensan, la historia de las tensiones entre Estados Unidos y Cuba no comenzó con el triunfo de la revolución cubana en enero de 1959.
Apenas meses después de encabezar el movimiento que derrocó al entonces presidente Fulgencio Batista, Fidel Castro visitó Washington en abril de 1959 y fue fotografiado colocando flores en homenaje a los ex presidentes estadounidenses Abraham Lincoln y Thomas Jefferson.
En esa ocasión, Castro se reunió con el entonces vicepresidente de EE.UU, Richard Nixon. Durante su viaje, señaló, "yo sé lo que el mundo piensa de nosotros, que somos comunistas, pero yo he dicho muy claramente que no somos comunistas".
El encuentro de Castro y Nixon en 1959.
Y de hecho, no hubo grandes cambios en los meses posteriores al derrocamiento de Batista por parte de los guerrilleros liderados por Fidel Castro.
"De hecho, la vida no cambió gran cosa en Cuba, los nightclubs y los casinos (que eran un símbolo del gobierno de Batista) continuaron abiertos, aunque ya no estaban a manos de mafiosos", cuenta a la BBC Wayne Smith, uno de los últimos funcionarios de la embajada de EE.UU. que dejó La Habana en 1961 cuando se produjo la ruptura de las relaciones.
"Nosotros seguimos frecuentando hoteles y restaurantes, y no nos restringieron la libertad de movimiento, aunque a veces teníamos la impresión de que nos estaban observando, pero seguíamos circulando normalmente", expresó Smith.
Activistas anticastristas
Lo que sí era notorio tras la revolución, según Smith, eran las actividades de las fuerzas contrarias a Fidel Castro dentro de Cuba.
"Había fuerzas anticastristas que plantaban bombas. Recuerdo que, en una ocasión, mi esposa y yo estábamos en el cine y hubo una llamarada cerca de nosotros y pensamos que iba a explotar una bomba. Y todos los que estábamos ahí abandonamos el cine. En ese sentido, sí se produjo un cambio".
Las autoridades cubanas acusaron al gobierno estadounidense de estar detrás de esos ataques y en ese contexto se inició una atmósfera de tensión entre ambos países.
"Recuerdo estar en un vehículo de la embajada y había otros vehículos de la misión con nosotros y nos encontramos con una caravana de vehículos de las fuerzas revolucionarias y recuerdo que nos gritaban "Yankis go home", o "váyanse Yankis", relató a la BBC Wayne Smith.
También cambió notablemente la atmósfera dentro de la embajada de EE.UU. "Había diferencias hasta entre los empleados cubanos de la delegación de Estados Unidos en La Habana", dice Smith.
"En una ocasión hubo un fuerte altercado entre dos secretarias, una que estaba en contra de la revolución y otra que estaba a favor, y ésta última eventualmente dejó el trabajo. De manera que había fuertes diferencias, aunque la mayoría siguieron siendo leales a nosotros".
La retórica entre las autoridades de ambos países subió de tono. Fidel Castro acusó al gobierno de EE.UU. de entrenar mercenarios para una futura invasión de la isla y llamó a la formación de milicias para respoder a lo que denominó como agresión de Washington.
Hoy sabemos que en marzo de 1960, el entonces presidente de EE.UU. Dwight Einsenhower, autorizó a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) para que iniciara el entrenamiento de refugiados cubanos para una posible invasión.
Y en ese contexto, el gobierno cubano anunció su acercamiento a la Unión Soviética.
Rompimiento de lazos
De manera que en 1960 ya estaban sentadas las bases para un rompimiento de los lazos y eso se intensificó aún más cuando el gobierno cubano nacionalizó las empresas estadounidenses en Cuba.
En octubre de ese mismo año, Washington prohíbió las exportaciones a Cuba, con lo que se inició el embargo, que posteriormente fue ampliado.
Castro comenzó a acercarse a la Unión Soviética. En la imagen sale junto al líder soviético Nikita Khrushchev en 1963. (Foto: BBC)
Unos meses después, en enero de 1961, EE.UU. rompió formalmente sus relaciones con la isla y ordenó el cierre de su embajada en La Habana.
Cuando finalmente se dispuso esta medida, Wayne Smith ya estaba preparado para esto.
"La mayor parte de los familiares del cuerpo diplomático ya habían dejado el país, y ya nos habían dicho que preparáramos las maletas, así que fue cuestión de tomarlas e irnos".
Lo que Smith más recuerda del momento cuando salió de la embajada fue "la multitud en las afueras, mostrando su pasaportes pidiéndonos que no nos fuéramos hasta que les diéramos visa".
Para Wayne, "fue un hecho muy triste. Yo tenía gran apego por Cuba y en ese momento me preguntaba cuándo iría a volver".
En abril de ese mismo año, el presidente John F. Kennedy enviaría a Cuba una fuerza de 1.500 mercenarios cubanos, que habían sido entrenados por la CIA, para derrocar al gobierno de Castro en lo que se conocería como la invasión de Bahía de Cochinos.
Esta cadena de hechos selló lo que sería medio siglo de tensiones entre Washington y La Habana, tensiones que apenas ahora comienzan a aliviarse.
Wayne Smith recuerda que cuando dejó La Habana en 1961, miró hacia atrás desde el vehículo y vió que las luces en la embajada "eran encendidas y apagadas intermitentemente, como si alguien nos estuviera despidiendo".
"Años después cuando regresé a La Habana y me encontré con una persona que trabajaba allí en aquel entonces, le pregunté si había sido él que apagaba y prendía las luces".
"Me dijo "ah, ¿sí se dieron cuenta?", y le dije "sí, lo apreciamos mucho".