Las autoridades estadounidenses descartaron que la matanza perpetrada el domingo por Devin Patrick Kelley en una iglesia bautista de Texas, se debiera a motivos raciales, religiosos o terroristas, atribuyendo la acción del tirador a asuntos personales.
"No contemplamos que la acción de ayer se deba a motivos raciales o religiosos; sí podemos decirles que había una serie de problemas domésticos en su familia", afirmó el portavoz del departamento de Seguridad Pública del estado, Freeman Martin, durante una rueda de prensa celebrada en la localidad donde tuvieron lugar los hechos.
Las autoridades también confirmaron que todo apuntaba a que Kelley acabó suicidándose y añadieron que "diez personas de la veintena de heridos del tiroteo siguen en estado grave o muy crítico", el resto se encuentra estable o ya han recibido el alta.
Una de las víctimas fatales era Annabelle Pomeroy, de 14 años e hija del pastor de la congregación, Frank Pomeroy, quien el día del tiroteo no pudo atender el servicio religioso, por encontrarse de viaje junto con su mujer Sherri Pomeroy en el estado de Oklahoma.