Josef Fritzl se victimiza: Mi madre nunca me quiso
Este lunes comenzó en Austria el juicio al denominado "monstruo de Amstetten".
Relató haber sufrido maltratos en una "durísima infancia".
Este lunes comenzó en Austria el juicio al denominado "monstruo de Amstetten".
Relató haber sufrido maltratos en una "durísima infancia".
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| Fritzl apareció con el rostro cubierto en el primer día de juicio. (Foto: EFE) |
Tembloroso y con apenas un hilo de voz, Fritzl describió que en su "durísima infancia" sufrió numerosas agresiones por parte de su madre y que no tuvo amigos.
"Mi madre nunca me quiso. Ella ya tenía 42 (cuando él nació). No quería ningún niño y actuó en consecuencia. Ella me maltrataba", explicó a las preguntas de la juez Andrea Humer sobre su condición de hijo no deseado.
Con la voz rota por momentos, el acusado relató que las tornas cambiaron a medida que él crecía y su madre envejecía, y que con doce años empezó a defenderse de las agresiones de su madre: "A partir de ese momento me convertí en el demonio para ella".
Aún así, pareció mostrar comprensión hacía la actitud de su progenitora al afirmar que "su vida tampoco era la más bella. Creció en una granja y con sólo ocho años ya tenía que trabajar", relató Fritzl al tribunal.
Aseguró que nunca recibió cariño de ella y que no tenía ninguna "relación interior" con su madre, que murió también tras años de estar encerrada en el piso superior de su casa, donde él tapió las ventanas para que ella no viera nunca la luz de sol.
La relación de Fritzl con su madre fue desvelada tras filtrarse el pasado octubre a la prensa sensacionalista austríaca parte del informe psiquiátrico del acusado.
En sus entrevistas con la siquiatra, Fritzl confesó que temía a su madre más que a ninguna cosa y que la odiaba por sus continuos insultos, en los que lo tildaba de "satanás, inútil y criminal" y le prohibía practicar deportes y tener amigos.
Aquel peritaje subrayó la falta de empatía de Fritzl con el sufrimiento ajeno y la instrumentalización de los demás en beneficio propio, algo producido por la falta de afecto de su niñez, que le ocasionó una gran inseguridad.
Esa inseguridad la intentó ocultar con una creciente tendencia despótica sobre las personas que le rodeaban y que incluso le llevó a decir que siempre quiso "poseer una persona".
Pese a ese desarreglo de la personalidad, los peritos han establecido que el acusado está en pleno uso de sus facultades y puede ser enjuiciado.
La pena máxima a la que se enfrenta es la de cadena perpetua, por un delito de asesinato por omisión de socorro referido a la muerte tras el parto de uno de los niños que procreó con su hija.