La clínica de Amstetten donde están internados la hija del jubilado y sus hijos-nietos reafirmó que la "privacidad" del grupo es vital para su recuperación.
Las víctimas de Josef Fritzl, el jubilado que encerró y violó a su hija durante casi un cuarto de siglo, se comienzan a conocer como familia y a aclimatarse a la vida en libertad, aunque la adaptación de quienes vivían en un sótano es más lenta, indicó el médico responsable de su recuperación.
Para poder "regresar a una vida normal", Elisabeth Fritzl, de 42 años, y cinco de sus hijos -fruto de la relación incestuosa con su padre-, los médicos enfatizaron que necesitan respeto por su intimidad.
"La protección de la privacidad de la familia es prioritaria", declaró Berthold Kepplinger, director de la clínica de Amstetten donde está ingresada la familia desde hace nueve días.
Kepplinger explicó también algunos detalles de la vida en común de Elisabeth, sus cinco hijos, y su madre Rosemarie, mientras que aún se encuentra en la UCI la hija mayor del incesto, Kerstin (de 19 años), quien mejora, pero sigue grave.
La familia comparte un espacio aislado del resto del edificio, de unos 70 metros cuadrados, con los cristales oscurecidos para facilitar la adaptación a la luz de los tres encerrados en el zócalo, Elisabeth y su dos hijos varones, Stefan, de 18, y Felix, de cinco.
Felix, el menor de los hermanos, fue descrito como un niño especialmente "despierto y amigable" al que la piel se le está cambiando rápidamente a un tono normal gracias a la alimentación sana y el contacto con la luz.
El médico aseguró que la situación de los encerrados en el sótano no es tan mala debido a que el Josef Fritzl los abasteció con píldoras de vitamina D y con una lámpara de luz ultra violeta, para paliar el efecto de la falta de luz.
Elisabeth también ha tenido contacto con sus hijas de 14 y 15 años, "adoptadas" por Josef y Rosemarie Fritzl y que no había visto desde que tenían pocos meses. (EFE)
