El Gobierno polaco puso en marcha un plan de protección a la población civil en caso de guerra, con la construcción de cientos de refugios subterráneos, el reacondicionamiento de los ya existentes y el adiestramiento militar de la ciudadanía.
Este esfuerzo se completará con la implementación de una Ley de Protección Civil que potenciará la preparación de los cuerpos de seguridad en un contexto bélico y que, en coordinación con el Ejército, proporcionará cursos de entrenamiento militar y de supervivencia a los civiles que lo deseen.
Tras el estallido de la guerra rusa en Ucrania, las autoridades polacas elaboraron un informe sobre los refugios para civiles con los que contaría el país en caso de guerra.
La conclusión fue alarmante: los aproximadamente 62.000 puntos considerados como capaces de ofrecer algún tipo de protección solo serían suficientes para albergar a un máximo de 1,3 millones de personas, alrededor del 3% de la población polaca.
Además, muchas de esas construcciones se encuentran en estado de abandono, sin acceso a electricidad o agua potable, y en algunos casos se trata de simples estacionamientos subterráneos que ni siquiera son utilizados desde hace tiempo.
Según algunos expertos, la situación es mala, pero no crítica, y el hecho de que el número de refugios sea tan bajo se debe a que la normativa es muy exigente y solo contabiliza como apropiadas las construcciones que están en muy buen estado.
"La mayoría de la gente tiene más o menos un plan de acción en caso de guerra: bien irse al pueblo donde tengan familia o bien acudir a algún sitio que ya conozcan, como un garaje o algún edificio de las afueras de la ciudad", dijo a la agencia EFE el experto en temas militares y autor de varios libros sobre logística militar Szymon Warzycha.
VARSOVIA, PRIMERA CIUDAD EN PREPARARSE
El Ayuntamiento de Varsovia acaba de anunciar que invertirá aproximadamente 30 millones de euros en el reacondicionamiento de viejos búnkeres y la construcción de una red de albergues a lo largo y ancho de la ciudad.
El anuncio se produjo solo semanas después de que un general del Ejército afirmase que las estaciones de la red del metro no servirían de mucho por estar construidas a poca profundidad.
El alcalde capitalino, Rafal Trzaskowski, declaró hace unos días que, aunque no espera que suceda lo peor, la ciudad debe estar preparada para cualquier eventualidad.
Recalcó que, por ejemplo, Ucrania no habría sobrevivido a las primeras semanas de la invasión rusa si no hubiera sido por la implicación de toda la sociedad.
Una aplicación para teléfonos móviles hecha por el Gobierno polaco puede ser consultada por cualquier residente en Polonia para saber a dónde se le aconseja acudir en busca de protección en caso de guerra, según su domicilio o ubicación.
Oficinas públicas, escuelas, instalaciones deportivas, garajes subterráneos e incluso museos se encuentran entre los lugares designados para acoger a los civiles.
En el listado abundan los refugios que datan de la época de la Guerra Fría, como un enorme refugio nuclear de varios pisos de profundidad en el barrio de Nowa Huta, en Cracovia (sur), donde aún hay colgadas máscaras de protección contra la guerra química.
INSTRUCCIONES A LA POBLACIÓN PARA CASO DE GUERRA
Por si esto fuera poco, en abril de 2022 se distribuyó entre la población polaca un folleto de 36 páginas que, con el título de "¡Esté preparado!", se ofrecían instrucciones sobre cómo actuar en caso de una ocupación militar extranjera, ataques aéreos o una emergencia nuclear.
"Si ve soldados que no parecen pertenecer al Ejército polaco o sus aliados, permanezca en calma y aléjese de ellos lo más posible, evite mirarlos a ellos o a sus vehículos, tomar fotografías o discutir con militares", se puede leer en el documento.
El folleto también previene contra la exhibición de símbolos de cualquier tipo en la vestimenta, circular por calles o carreteras al caer la noche o salir de casa sin compañía.
Finalmente, se aconseja acumular agua y comida si se considera que existe un peligro inminente de desabastecimiento y, si esto llegase a ocurrir, aceptar comida solo de gente de confianza, organizaciones humanitarias o agencias gubernamentales.