El expresidente ruso Dmitri Medvédev afirmó este miércoles que no existe ninguna limitación, incluso de carácter moral, que impida a Rusia destruir los cables submarinos de comunicación de Occidente, en vistas a la "probada participación" occidental en los sabotajes a los gasoductos Nord Stream.
"Si partimos de la complicidad probada de los países de Occidente en la voladura de los Nord Strema, ya no nos queda ninguna limitación, incluso moral, para abstenernos de destruir los cables de comunicación de nuestros enemigos tendidos por los fondos marinos", escribió en su cuenta de Telegram.
El también vicepresidente del Consejo de Seguridad ruso, conocido por sus comentarios soeces y agresivos en las redes sociales, reaccionó así a la publicación de un artículo en el periódico estadounidense The Washington Post, según el cual la CIA estaba al tanto de los preparativos ucranianos para volar los gasoductos.
Según el medio, la inteligencia estadounidense sabía de los preparativos tres meses antes de la voladura, gracias a informaciones compartidas por otras entidades de inteligencia europeas, incluidos los servicios secretos alemanes.
Por su parte, el Wall Street Journal informó de que los investigadores alemanes están examinando evidencias que el equipo de sabotaje que dinamitó los gasoductos usó Polonia como base de operaciones, algo que ha desmentido Varsovia.
Mientras estas investigaciones apuntan cada vez más a la huella ucraniana en este sabotaje, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ha rechazado la implicación de su país en estos hechos.
Los gasoductos Nord Stream 1 y 2 quedaron inutilizados el pasado 26 septiembre a raíz de cuatro explosiones simultáneas registradas en aguas del Báltico.
Se identificaron dos fugas en cada gasoducto, dos en la zona danesa y dos en la sueca, todas en aguas internacionales, mientras que las investigaciones preliminares apuntaron a un actor estatal como culpable, hasta ahora sin identificar.
Ninguno de los dos gasoductos transportaba gas cuando fueron volados, ya que Rusia había interrumpido los envíos a través del Nord Stream 1, construido en 2005 y en servicio desde 2011, unos meses después del inicio de la invasión de Ucrania.
El Nord Stream 2, cuya construcción empezó en 2011, nunca llegó a entrar en funcionamiento ya que el canciller Olaf Scholz suspendió su entrada en servicio "in extremis" justamente a raíz del conflicto.