Naciones Unidas dijo que la anexión de Crimea por parte de Rusia y la imposición de la legislación de este país en la península, está creando graves problemas para sus habitantes, en cuestiones como la nacionalidad, el acceso a tratamientos médicos o en el funcionamiento de medios de comunicación, entre otros.
Los residentes en Crimea, de nacionalidad ucraniana o con otro estatus, debían pedir ser reconocidos como rusos hasta el pasado 18 de abril y los que no cumplieron con este plazo "enfrentan acoso e intimidación", señala el informe de una misión especial de observadores de derechos humanos enviada por la ONU a Ucrania.
Para aquellos que no han solicitado ser rusos, la organización pide que se les garantice su derecho a la propiedad y sobre la tierra, el acceso a la educación y a la salud y que no se les retiren los beneficios sociales que normalmente se asocian a la nacionalidad.
El período de transición decretado para Crimea concluirá el próximo enero y los que no hayan adoptado en ese momento la nacionalidad rusa tendrán que pedir un permiso de residencia o arriesgarse a ser deportados.
Problemas de minoría tártara
La minoría tártara en Crimea afronta situaciones muy tensas por las restricciones que están sufriendo a su libertad de movimiento, casos de violencia física y el miedo a la persecución religiosa particularmente entre los que practican el islam, denuncia la misión de la ONU, cuyo informe cubre el período del 2 de abril al 6 de mayo.
A ese respecto, menciona una "creciente presión" sobre la comunidad musulmana y pone el caso concreto del grupo político islámico Hizb ut-Tahrir, que ha sido prohibido en aplicación de la ley rusa.
Esa agrupación tenía más de una década de actividades en el ámbito de la educación y de la política, sin embargo, "la mayoría de sus miembros han huido de Crimea debido al miedo a la persecución por parte de Rusia, basándose en acusaciones de terrorismo", un miedo que comparten los tártaros que profesan el islam y que temen ser considerados miembros de esa agrupación, señalan los observadores.
La ONU también corrobora que más de 7.200 personas que vivían en Crimea -tártaros, la mayoría- se han convertido en desplazados internos en otras regiones de Ucrania, pero como no existe un registro oficial para ellos se teme que esta cifra sea mayor.
También el trabajo de los medios de comunicación en Crimea enfrenta momentos muy complicados, pues desde la anexión todas las empresas periodísticas deben registrarse, mientras que las señales de televisión así como de radio de Ucrania han sido desconectadas para no poder ser captadas.