Dominique Pélicot, el hombre de 71 años que se sienta en el banquillo de los acusados en Aviñón (Francia) por haber drogado a su mujer durante años para que la violaran otros hombres en estado de inconsciencia es un egocéntrico narcisista que tenía un deseo irrefrenable de cumplir sus fantasías sexuales.
Este es el análisis psicológico presentado este lunes en el juicio por la experta encargada por la Justicia, Annabelle Montagne, que insistió en que no presenta problemas ni patologías mentales que le impidieran discernir lo bueno de lo malo, elemento fundamental a la hora de poderlo considerar penalmente responsable.
Montagne indicó ante el Tribunal de lo Criminal de Vaucluse que no se le detectaron adicciones, más que posiblemente al sexo, que se traducía en un uso muy frecuente de contenidos pornográficos, y que tenía una tendencia al voyeurismo.
En cuanto a su mujer, Gisèle (que logró el divorcio recientemente), la concebía como un objeto para cumplir sus necesidades y sus deseos, más que a una persona a la que tenía que respetar, explicó la psicóloga.
Pélicot se presentaba como un padre de familia (tiene tres hijos de Gisèle y seis nietos) respetado y apreciado, con un funcionamiento psicoafectivo correcto y relaciones personales estables tanto en su vida privada como profesional.
"NO HAY CONSENTIMIENTO"
Otro experto que examinó al acusado, el psiquiatra Paul Bensussan, explicó durante su testimonio que este caso "no es un juego de dominación-sumisión, porque no hay consentimiento" de una de las partes.
También consideró que Pélicot "no tiene límites morales" y que se trata de un caso de varias parafilias, especialmente de voyeurismo, aunque explicó que es "raro que haya fijado todas sus parafilias a lo largo del tiempo", ya que lo habitual es que cambien con el paso de los años.
Bensussan explicó que la víctima sufría lo que definió como "un coma ligero" debido a los medicamentos que le suministraba su ya exmarido, del que señala "la frialdad notable, la ausencia de empatía", así como la "cosificación" hacia su exmujer.
La abogada de Pélicot, Béatrice Zavarro, destacó ante la prensa, tras la presentación del informe de peritaje, que hay "una gran dicotomía" en la personalidad de su cliente: por un lado se comportaba como un hombre "servicial, amable, bueno en todos los sentidos", y por otro que "se descubre a sí mismo por la noche a través de sus desviaciones".
Zavarro quiso rescatar de la lectura que la jubilación y el traslado de la familia al sureste de Francia (antes vivió en la región de París) habían debilitado algunas barreras e hicieron aflorar una personalidad oscura, que podía tener origen en unos abusos que él mismo sufrió de niño.
PREOCUPADO POR SU IMAGEN EN LA FAMILIA
Montagne lo examinó en septiembre de 2020, pocas semanas después de su arresto, y en aquel momento su inquietud se centraba sobre todo en la imagen que iban a tener de él su familia y su entorno social.
Es decir, que no sentía preocupación por el estado físico y mental de su mujer, con la que llevaba prácticamente 50 años y de la que quedó finalmente divorciado a fines de agosto pasado, pocos días antes del comienzo del juicio el 2 de septiembre.
De hecho, contó a la psicóloga que le resultaba imposible terminar con esa práctica de drogar a su mujer, para ver cómo otros hombres mantenían relaciones sexuales con ella sin su consentimiento, si no era descubierto.
Todo terminó cuando fue detenido por grabar bajo las faldas de unas mujeres en un supermercado de Carpentras, y al registrar sus archivos informáticos, los investigadores descubrieron miles de vídeos y fotos en los que aparecía el abuso al que sometió a su esposa bajo ansiolíticos.
Dominique Pélicot, que se sienta en el banquillo junto a otros 50 hombres que presuntamente abusaron sexualmente de su mujer en estado inconsciente, afronta este martes una de las jornadas cruciales del proceso, ya que será interrogado sobre su personalidad y sobre los hechos, que tuvieron lugar entre 2011 y 2020.