Desde las últimas horas del lunes Francia empezó a sentir el inicio del paro de los trabajadores ferroviarios de ese país en contra de la agenda reformadora del presidente Emmanuel Macron, movilizaciones a las que se sumarán otros sectores, desde la energía hasta los recolectores de basura.
Los funcionarios de la empresa pública de ferrocarriles franceses SNCF iniciaron la paralización a las 19:00 horas locales del lunes, la que debe prolongarse hasta el jueves por la mañana, en lo que será la primera de una serie de manifestaciones de dos días que tienen previsto repetir cada cinco días hasta junio, sumando en total 36 jornadas de protestas.
Según los sindicatos, la protesta provocará graves perturbaciones para los 4,5 millones de franceses usuarios de los trenes, ya que se prevé que este martes circule en promedio uno de cada ocho trenes de alta velocidad.
Asimismo, anunciaron que no habrá ningún tren con destino a España, Italia y Suiza, aunque sí circularán tres de cada cuatro Eurostars hacia Londres y Bruselas, y el Thalys, con destino a Bélgica y Holanda, operará casi con normalidad.
Los sindicatos de la SNCF protestan contra la supresión del estatuto especial de sus trabajadores para los nuevos contratados, la apertura del servicio de ferrocarril a la competencia y la transformación de la empresa en sociedad anónima, lo que abre la vía a una futura privatización, algo que niega el gobierno.
El proyecto de reforma "busca destruir el servicio público ferroviario por puro dogmatismo ideológico" y "no solucionará el tema de la deuda, ni el de los disfuncionamientos", afirman en su convocatoria de huelga.
Este movimiento de protesta, que prevé 36 días de paro en casi tres meses, apuesta por el desgaste de la opinión pública que, según los sondeos, considera de momento esta huelga como injustificada pero que, esperan los ferroviarios, podría cambiar de parecer si el ejecutivo de Macron se muestra intransigente.
Gobierno dispuesto a negociar
En tanto, el gobierno francés insistió en su disposición a negociar pero aseguró que aguantará ante la huelga que comenzó hoy en los ferrocarriles con un seguimiento "masivo", según los sindicatos, que anunciaron una protesta "dura" por la posición del Ejecutivo.
La ministra de Transportes, Elisabeth Borne, denunció, sin dar nombres, que "algunos quieren politizar el debate" con afirmaciones falsas como que la reforma de la empresa estatal de ferrocarriles (SNCF) conducirá a su privatización.
"La SNCF es una empresa pública y seguirá siendo una empresa pública", subrayó en una entrevista al canal de televisión BFMTV la ministra, que reconoció que el tráfico de trenes estaba muy perturbado en esta primera de las 36 jornadas de paro convocadas de forma salteada de aquí a finales de junio.
Señaló que hace un mes que abrió una negociación con los sindicatos, que debe prolongarse un mes más, y que la semana pasada hizo concesiones al retrasar la apertura a la competencia en las líneas regionales y de cercanías, al tiempo que se quejó de que "los sindicatos no se han movido".
La responsable de Transportes recordó que su intención es incrementar en un 50 por ciento las inversiones en la renovación de las infraestructuras ferroviarias, pero también que la reforma es necesaria porque la deuda de la SNCF, de casi 50.000 millones de euros, "amenaza el sistema ferroviario".