La reconstrucción de la catedral de Notre Dame mostrará al mundo la belleza de su piedra blanca tras una meticulosa reconstrucción después del incendio de 2019, una obra que sin embargo no ha estado exenta de controversia.
Los primeros meses se centraron en la consolidación del templo tras la destrucción de su tejado y de parte de las bóvedas, gracias a trabajadores de altura que, colgados como alpinistas, aseguraron lo que quedaba de la cubierta, los muros y los arbotantes.
En este proceso, Francia pudo presumir de haber mantenido oficios artesanos heredados de la Edad Media: escultores de piedra, trabajadores de la madera, del cobre y del plomo o expertos en campanas. Estos auténticos artistas han ido recuperando o recreando distintos elementos dañados o destruidos, como algunas esculturas, aunque las estatuas y los adornos tallados más valiosos del templo salieron indemnes.
Con la parte más importante de la obra puramente física cerca de su final, los trabajos de los últimos meses se han centrado en asuntos importantes pero de menor envergadura, como pintura, instalación de mobiliario o retirada de material.
En cifras, las obras utilizaron más de 2.000 robles para la madera, 1.000 metros cúbicos de nueva piedra para las bóvedas destruidas y los muros dañados. También se han limpiado 42.000 metros cuadrados de superficies de piedra, se han restaurado o limpiado 2.000 estatuas y elementos de decorado y se han colocado 4.000 metros cuadrados de plomo fundido.