El presidente de Francia, François Hollande, que lleva meses con las tasas de impopularidad más elevadas de un jefe de Estado durante la V República, ha perdido todavía más apoyos entre los ciudadanos en el último mes, según una encuesta publicada por Le Parisien.
Sólo un 27 por ciento de los franceses tienen una buena opinión de Hollande, seis puntos menos que hace un mes, mientras que un 71 por ciento lo percibe negativamente, de acuerdo con el sondeo realizado por el instituto demoscópico BVA los pasados días 2 y 3 de enero
Sus políticas reciben la sanción de las personas consultadas, en particular la fiscal (un 74 por ciento se pronuncian en contra, frente al 23 a favor), la de empleo (un 72 por ciento está en contra, 25 a favor) y la de lucha contra el déficit y la deuda (71 por ciento en contra, 25 por ciento a favor).
El único terreno en el que los resultados no son tan malos para el presidente socialista es el de la política exterior, marcada por las intervenciones militares en Mali a comienzos de 2013 y desde noviembre en la República Centroafricana.
En ese caso, las opiniones negativas totalizan el 53 por ciento, comparadas con un 44 por ciento de positivas.
Juicio lapidario
Los franceses consideran que el mandatario no tiene carisma, que le falta dinámica, que no es capaz de mostrar autoridad, que no explica bien su acción, que no sabe dónde va, que no dice la verdad, que no es capaz de tomar las decisiones que se imponen y que no es competente, de acuerdo al sondeo.
Apenas le reconocen ser una persona simpática (esto para el 56 por ciento de los entrevistados).
En la comparación con otras personalidades políticas francesas, Hollande sale peor parado que su predecesor en la presidencia, el conservador Nicolas Sarkozy (un 43 por ciento creen que lo haría mejor y un 32 que lo haría peor).
Lo mismo le ocurre con respecto a su ministro de Interior, el popular Manuel Valls, ya que un 35 por ciento estiman que gobernaría mejor, frente al 12 por ciento que consideran lo contrario.