El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, calificó de "difamación" las recomendaciones hechas por la Policía israelí para imputarle por soborno, fraude y ruptura de confianza en dos casos de corrupción, y aseguró que no abandonará su cargo.
En una comparecencia televisiva que hizo desde su residencia, el jefe del Gobierno israelí dijo que la recomendación policial es una "difamación" contra él y su familia, y lamentó que se hayan abierto unas 15 investigaciones para "sacarle del poder".
"Han atacado brutalmente a mi mujer y a mis hijos para herirme", aseguró, y defendió que "esta vez las cosas terminarán en nada", ya que no hay "ningún fundamento" para las conclusiones policiales.
"Estas recomendaciones no proceden en un estado democrático", criticó el primer ministro y añadió que seguirá trabajando en el cargo "de manera responsable y fiel".
Defendió que todo lo que ha hecho ha sido por el bien del país, "no por cigarros de amigos o por una mejor cobertura en los medios", como se le acusa.
La Policía recomendó este martes a la Fiscalía imputarle en dos casos que lleva investigando desde hace más de un año y en relación a los cuales ha entrevistado a más de un centenar de testigos.
Según un comunicado policial, han encontrado "evidencias suficientes" contra él en el denominado Caso 1000, por aceptar lujosos regalos de millonarios para él y su familia -como puros y champán francés- por valor de miles de dólares a cambio de favores.
El jefe del Gobierno y su esposa, Sara, han reconocido haber recibido los regalos, pero lo enmarcan en un mero "intercambio entre amigos" y niegan haber dado nada a cambio.
En el Caso 2000 la Policía encontró indicios de soborno, fraude y abuso de confianza por un intento de pacto con Arnon Mozes, editor de uno de los diarios de mayor difusión de Israel, el Yediot Aharonot, para lograr una cobertura más positiva de su persona y gobierno a cambio de dañar la distribución del diario rival, el gratuito Israel Hayom.