Las comunidades israelíes adyacentes a la Franja de Gaza y el enclave costero despertaron este viernes con una relativa calma después de una tensa jornada con alrededor de 200 proyectiles lanzados desde el enclave y 150 bombardeos israelíes de represalia.
Pese a la disminución de la tensión, los residentes de las comunidades israelíes mantienen restricciones de seguridad como realizar las actividades de campamentos de verano en espacios seguros y celebrar reuniones de más de 500 personas en espacios cerrados, informó la radio Kan.
Anoche las milicias palestinas, lideradas por el movimiento islamista Hamás, alcanzaron un acuerdo de "calma por calma" con Israel, mediado por Egipto y Naciones Unidas, que entré en vigor a media noche tras 24 horas de escalada.
El pacto, un alto el fuego de mínimos, se anunció después de que el Gabinete de seguridad israelí se reuniera en Tel Aviv, donde el titular de Defensa, Avigdor Lieberman, apostó por una operación a gran escalada en Gaza, a la que se opuso el primer ministro, Benjamín Netanyahu, según el diario Maariv.
Oficialmente, el Gabinete (Comité Ministerial de Asuntos de Seguridad Nacional) dio instrucciones al Ejército israelí "de continuar actuando con fuerza contra los elementos terroristas", pero no se produjeron más lanzamientos de proyectiles por la noche.
El movimiento islamista Hamás había anunciado sobre las 14:00 hora local (11:00 GMT;), que daba unilateralmente por finalizada la escalada, pero siguieron los disparos por la tarde, y uno de ellos alcanzó una zona despoblada de Bersheva, a 40 kilómetros de la Franja, por primera vez desde 2014.
La aviación israelí destruyó en represalia un centro cultural en la ciudad de Gaza, que asegura utilizaban operativos de Hamás, y causó al menos 18 heridos.
La escalada de violencia, que comenzó la noche del miércoles y se prolongó durante toda la jornada de ayer, terminó con tres palestinos muertos - un miliciano y una mujer embarazada y su hijo de año y medio - y al menos siete heridos israelíes.