El "Informe sobre Desarrollo Humano 2019" dado a conocer este lunes por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ubicó a Chile entre las primeras 50 naciones del mundo con "desarrollo humano muy alto", pese a lo cual se encuentra entre los países más desiguales.
El documento "Más allá del ingreso, más allá de los promedios, más allá del presente: Desigualdades del desarrollo humano en el siglo XXI", mostró que el Índice de Desarrollo Humano (IDH) -que combina ingresos, esperanza de vida y educación- Chile en 2018 es de 0.847.
Esto ubica a Chile en el puesto 42 de 189 países y territorios, lo que deja al país "dentro de la categoría de desarrollo humano muy alto" y como el país de Latinoamérica y el Caribe mejor ubicado en el IDH.
Sin embargo, el informe advierte que, "como cualquier promedio, el IDH enmascara la desigualdad de la distribución del desarrollo humano entre la población a escala nacional".
Por eso, existe el IDH ajustado por desigualdad (IDH-D) en las tres dimensiones, tanto en ingresos, esperanza de vida y educación.
"Una vez descontada la desigualdad, el valor del índice cae a 0,696, una pérdida del 17,8 por ciento debido a la desigualdad en la distribución de los índices de las dimensiones del IDH", dice el informe.
Por efecto de las desigualdades, esto se traduce en una caída de 14 puntos en el ranking mundial.
Marcela Ríos, representante del PNUD en Chile, expuso que "que los datos muestran que, si bien siendo el país con mejor Índice de Desarrollo Humano en América Latina, cuando se controla por desigualdad Chile cae varios puestos y está con los niveles más altos de desigualdad de entre los 50 primeros países con Desarrollo Humano Alto".
"El informe señala además algo que es evidente en América Latina, que ha crecido la percepción de injusticia en la distribución de la riqueza, aumentando desde el 2012 y volviendo a los niveles de fines de los años 90. La desigualdad en la felicidad auto reportada, lo que denominamos 'bienestar subjetivo', también se ha mantenido establece en la región hasta 2014, pero ha aumentado desde entonces", complementó.
"La profunda y creciente frustración que generan las desigualdades"
"La oleada de manifestaciones que se han producido en numerosos países es un claro signo de que, para el progreso de la humanidad, hay algún aspecto de nuestra sociedad globalizada que no funciona. La ciudadanía está tomando las calles por diferentes motivos: el coste de un billete de tren, el precio del petróleo, reclamaciones políticas de independencia... Existe, sin embargo, un hilo conductor: la profunda y creciente frustración que generan las desigualdades", señala el informe, en referencia a las manifestaciones que, como en Chile, se han registrado en distintas partes del mundo.
Se añade que "el cambio climático, la desigualdad de género y los conflictos violentos siguen provocando y consolidando las desigualdades básicas y otras nuevas que van
surgiendo. Tal como se expone en el Informe sobre Desarrollo Humano, si no somos capaces de abordar estos desafíos sistémicos, las desigualdades se profundizarán y se consolidará el poder y el dominio político en manos de unos pocos".
Además, el estudio sostiene que "si persisten y aumentan las desigualdades en el desarrollo humano no será posible hacer realidad las aspiraciones de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible".
Leonardo Moreno, encargado de Políticas Públicas de la Fundación para la Superación de la Pobreza, comentó que "yo creo que el estallido social que hemos vivido es más bien el reflejo de tener una sociedad tan segmentada, donde las necesidades se satisfacen de una manera totalmente jerarquizada y eso es lo que, en definitiva, nos hace tener un país que ha superado las peores formas de pobreza, pero que va satisfaciendo sus necesidades de manera poco equivalente".
Moreno añadió que "el mundo nos vuelve a decir 'ustedes, en promedio, están muy bien', pero cuando abrimos ese promedio nos damos cuenta que esta es una sociedad tremendamente desigual".
La brecha de género en Chile "no es buena"
El informe también evaluó el Índice de Desarrollo de Género (IDG), que calcula la diferencia entre el IDH separado de hombres y mujeres, y mientras menor es el valor, mayor es la brecha de género.
En ese marco, el IDH para las mujeres en Chile en 2018 es de 0.828, mientras que para los hombres es de 0.860, resultando en un IDG de 0.962; valor que en términos comparados "no es bueno": el IDG de los países de muy alto IDH es de 0.979, mientras que en América Latina es de 0.978; en Perú es de 0.951 y en Argentina de 0.988.
Según el PNUD, la brecha de género medida se explica, principalmente, por diferencias económicas, ya que la estimación en 2018 del "ingreso nacional bruto per cápita" (en cuanto a la paridad de poder adquisitivo de 2011) para los hombres es de casi 29.000 dólares, mientras que para las mujeres es de 15.200 dólares. En tanto, en todas las otras dimensiones del índice prácticamente no hay diferencias de género.
Aquellos datos, sin embargo, contrastan con "el cambio cultural del que da cuenta el informe, que muestra a Chile como uno de los dos países que más ha avanzado hacia visiones más igualitarias respecto del rol de hombres y mujeres en áreas como la política, el acceso a la educación superior, posiciones de liderazgo en el trabajo, derechos reproductivos y violencia doméstica".
Al respecto, la ex ministra de la Mujer Claudia Pascual aseveró que "si nosotros seguimos mirando el trabajo de las mujeres como un trabajo complementario en términos de ingresos del hogar siempre va a seguir ganando menos y es eso lo que tenemos que romper y esa es una mirada cultural".
"Por otro lado también en el ámbito de, por ejemplo, los empresarios y empresarias en función de la contratación, la brecha salarial aumenta mucho más en la medida en que más cualificación tienen las mujeres. Es un tema cultural, pero es también un tema concreto de las condiciones laborales que le ofrecen los empresarios y los empleadores", remató la ex secretaria de Estado.