Primer ministro japonés visitó la tumba de Fujimori
De paso en Lima, Shigeru Ishiba ofreció flores y una oración en memoria del expresidente peruano, de raíces niponas.
De paso en Lima, Shigeru Ishiba ofreció flores y una oración en memoria del expresidente peruano, de raíces niponas.
El primer ministro japonés, Shigeru Ishiba, visitó este sábado la tumba del expresidente peruano y de raíces japonesas Alberto Fujimori, fallecido el pasado septiembre, y ofreció flores y una oración en su memoria.
Ishiba realizó esta visita a la tumba, que está a las afueras de la capital peruana, y mientras se encuentra de visita en el país para participar en el Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico (APEC), que se está celebró estos días en Lima.
En imágenes difundidas por la cadena pública japonesa NHK, se puede ver al mandatario japonés depositando unas flores blancas en la tumba y realizando una pequeña oración frente a la misma.
El expresidente peruano mantuvo vínculos importantes con Japón, país de origen de su familia y que le protegió durante su exilio, lo que dio lugar en esa época a roces diplomáticos entre Tokio y Lima.
La figura de Fujimori sigue generando opiniones encontradas tanto en Perú como en Japón o en el colectivo nikkei (japoneses emigrados al extranjero, sobre todo a América Latina, y sus descendientes), para quienes fue en su día un referente al convertirse en la primera persona de ascendencia nipona en alcanzar un cargo de ese relieve.
En Japón, además, se valora especialmente su gestión de la toma de la Embajada nipona en Lima por parte del grupo terrorista Movimiento Revolucionario Túpac Amaru en 1996, que se saldó con 17 muertos (los 14 terroristas que participaron en el incidente, dos militares y un rehén).
Fujimori ganó las elecciones en 1990, y poco antes de iniciar formalmente su primer mandato presidencial en Perú realizó un viaje a Japón, donde visitó la prefectura de Kumamoto (suroeste) de la que eran originarios sus padres y se dio un baño de masas, además de ser recibido en Tokio por el entonces emperador, Akihito, y por el primer ministro, Toshiki Kaifu.
En los años siguientes el presidente peruano llevó a cabo sucesivas visitas a Japón, donde solicitó asistencia financiera ante las dificultades económicas que atravesaba Perú y forjó lazos importantes con el conservador Partido Liberal Democrático (PLD), así como con influyentes figuras empresariales niponas.
Estas conexiones le facilitaron su exilio a Japón en 2000, cuando Fujimori vio debilitada su posición política entre acusaciones de corrupción y de fraude electoral.
Las autoridades japonesas reconocieron la nacionalidad nipona de Fujimori debido a su ascendencia, y rechazaron las repetidas solicitudes peruanas para que extraditara al exmandatario, lo que dio lugar a un enfrentamiento diplomático entre ambos países.
Japón, que en ningún momento hizo pública su posición de apoyo o protección al expresidente, justificó sus evasivas con escuetos comentarios basados en la nacionalidad nipona de Fujimori y la ausencia de un tratado de extradición con el país andino.
El exmandatario residió en el país asiático hasta que en 2005 viajó a Chile, donde fue detenido y posteriormente extraditado a Perú. Allí sería condenado en 2009 a 25 años de prisión por violaciones a los derechos humanos.