Los 40 ejemplares de pato rufo o tepalcate que quedan en suelo británico tienen los días contados.
Hacia ellos apuntan los últimos disparos que buscan acabar con una especie natural de América cuyo atractivo sexual ha puesto en peligro a los patos locales, los cabeciblancos comunes.
Y es que su destreza para el arte del apareamiento ha hecho que los rufos, importados a Reino Unido en la década de 1940, se extiendan por Europa y se hibriden con los cabeciblancos.
Para dar la estocada final a la erradicación de los rufos, el gobierno británico se gastará alrededor de 5.000 dólares por cada pato.
Así pondrá fin a más de medio siglo de ocupación, algo que esperan se cumpla para 2015.
Desde las primeras y polémicas campañas para eliminar a los rufos de finales de los años 90, cazadores autorizados se han dedicado a buscarlos por todo el territorio británico y a matarlos.
Hoy se estima que sólo quedan 40 ejemplares, según el último boletín de la Agencia de Investigación de Alimentos y Medio Ambiente (FERA, por sus siglas en inglés), el organismo oficial encargado de su eliminación.
De acuerdo a los datos oficiales, desde 2009 se han dedicado más de 1,6 millones de dólares a la erradicación de estos patos.
Ellas los prefieren rufos
La causa que ha motivado los intentos de exterminio europeo de los Oxyura jamaicensis –cuya distribución natural en América va desde Alaska, en Estados Unidos, hasta Tierra del Fuego, en Argentina– es que las hembras cabeciblancas prefieren a los machos rufos.
En su cortejo, los rufos levantan dos copetes de plumas sobre su cabeza, mueven la cola hacia arriba, inflan el saco de aire de sus cuellos y lo golpean con el pico como si fuera un tambor.
Como resultado, producen un sonido hueco notable y un montón de burbujas.
Tan llamativo es su despliegue y apariencia que también ganan el favor de las hembras cabeciblancas, y como estas dos especies están estrechamente relacionadas, pueden cruzarse y reproducirse con éxito.
Por eso, desde la llegada de tres parejas de patos rufos en los años 40 a una reserva natural británica y su posterior fuga, miles de patitos híbridos se han desperdigado por toda Europa.
Y esta es la razón de que hasta la Real Sociedad para la Protección de las Aves (RSPB, por sus siglas en inglés) apoye la matanza de rufos: sin intervención, los patos americanos acabará con los cabeciblancos europeos como especie.
"Es muy triste que hagan falta medidas como esta, pero esperamos que el resultado sea un futuro más seguro para los cabeciblancos", dijo en su momento, David Hoccom, director de políticas de especies de RSPB.
"El pato cabeciblanco ha experimentado una rápida disminución en todo el mundo en la última década, y su extinción es una posibilidad real", indicó.
Estas medidas tienen, sin embargo, detractores entre grupos conservacionistas que sugieren que la erradicación total no es necesaria y que el problema podría remediarse con otras maneras de controlar sus poblaciones.
Pero a pesar de ello, el destino de los rufos parece estar sellado en Reino Unido.