El descontento general de la población hacia la Policía fue un factor muy importante que contribuyó a los disturbios del pasado agosto en el Reino Unido, donde se produjeron robos, incendios, agresiones y alteración del orden público.
Así lo señala este lunes un estudio hecho por la London School of Economics (LSE, siglas en inglés) y el periódico The Guardian, que entrevistaron a numerosas personas que tomaron parte en los altercados registrados en varias ciudades británicas y en los que cinco personas resultaron muertas y se practicaron 4.000 detenciones.
La frustración generalizada por la forma en que las fuerzas del orden tratan a las distintas comunidades de las grandes ciudades británicas fue un factor determinante, según la investigación, que no detalla cuales son las prácticas policiales que más molestan.
En este estudio, la LSE y el rotativo británico entrevistaron a 270 personas que participaron en los desórdenes de Londres, Birmingham, Liverpool, Nottingham, Manchester y Salford.
La investigación consiguió reunir numerosos relatos de gente que vivió de cerca lo que ocurrió en agosto, lo que permitió conocer de primera mano el sentimiento de la población durante los sucesos, según destacó el matutino británico.
Los expertos de la LSE identificaron la desconfianza y la antipatía hacia la policía como principales impulsos de la gente.
El informe subraya, además, que mucha agente vio en la violencia una oportunidad para hacerse con objetos y productos de lujo de las tiendas, ya que se rompieron los cristales de muchas de ellas.
Miles de jóvenes
Según la investigación, los que tomaron parte en los altercados no se organizaron a través de redes sociales como Facebook, como se conjeturó en un principio, si bien usaron teléfonos móviles para comunicarse y planear incidentes.
Se estima que entre 13.000 y 15.000 personas estuvieron implicadas en los disturbios ocurridos entre el 6 y el 10 de agosto.
Un estudio divulgado recientemente por los ministerios británicos de Justicia e Interior indicó que las personas que participaron en ellos eran muy jóvenes y con escasos recursos económicos, y que solo una minoría pertenecía a bandas.
Durante cinco días consecutivos, jóvenes en Londres y otras ciudades inglesas incendiaron vehículos y viviendas y causaron cuantiosos destrozos en tiendas, lo que obligó a poner en la calle a cientos de agentes, mientras el primer ministro británico, David Cameron, suspendió sus vacaciones.