¿Por qué Rusia encarcela a tantos empresarios?
Numerosos empresarios han sido encarcelados durante los últimos 10 años en el país.
Estadísticamente, una vez que alguien ha sido acusado en Rusia es difícil demostrar su inocencia.
Numerosos empresarios han sido encarcelados durante los últimos 10 años en el país.
Estadísticamente, una vez que alguien ha sido acusado en Rusia es difícil demostrar su inocencia.
En los últimos 10 años, Rusia ha encarcelado a casi tres millones de empresarios, en muchos casos de manera injusta. La cifra fue dada a conocer por el nuevo defensor de los derechos comerciales de los empresarios, Boris Titov, quien dice que es "difícil de encontrar otro grupo social que sea perseguido a una escala tan grande". ¿Cómo ha ocurrido esto?
Durante años, los empresarios se han quejado de que existen personas que han podido incriminar a sus rivales comerciales mediante el pago a policías corruptos para que siembren evidencias y realicen arrestos. Pero sólo ahora están siendo tomados en serio.
Más y más empresarios adinerados se han ido incorporando y han llevado a cabo protestas callejeras en los últimos meses, para pedir una reforma del sistema judicial. Esas protestas tal vez han influido en la decisión del presidente Vladimir Putin el mes pasado, de crear el puesto de defensor de los derechos comerciales.
Putin también podría haber sido persuadido por los $84.000 millones de capital que perdió Rusia en 2011, una cifra récord. La explicación es que los rusos están invirtiendo en el extranjero porque temen por la seguridad de sus negocios en el país.
Casi tres millones de empresarios han sido encarcelados en Rusia. (Foto: Archivo) |
"La economía se destruirá por completo", dice el empresario Vladimir Perevezin. "No nos sentimos seguros en nuestro país, cualquiera puede ser enviado a la cárcel".
Perevezin sabe de qué se trata. Fue encarcelado por más de siete años después de ser incriminado, dice, por lavado de dinero. Su amigo Valery Gaiduk también fue enviado a prisión por tres años, tras ser declarado culpable de fraude. "Estoy 100% seguro de que un rival pagó para que me arrestaran", dice.
Gaiduk era copropietario de un consultorio odontológico exitoso, pero -según él- los agentes policiales aceptaron un soborno de $500.000 para incriminarlo.
La raíz del problema es el sistema de justicia penal. Estadísticamente, una vez que alguien es oficialmente acusado de un crimen en Rusia, hay pocas posibilidades de demostrar su inocencia. Menos del 1% de todos los casos penales que llegan a los juzgados obtienen un veredicto de inocencia o absolución, un dato que proviene del primer ministro, Dmitry Medvedev.
Los críticos aseguran que en la práctica, los tribunales funcionan de acuerdo al supuesto de culpa. La fiscalía toma la palabra de la policía y el juez toma la palabra del acusado, sin importar lo poco convincente que sea la evidencia.
"Si una persona termina en una celda de la policía como sospechoso, terminará en un tribunal sin importar lo que pase y allí se decidirá que es culpable. Eso está garantizado", afirma Marat Khisamutdinov, un exoficial de policía.
No sorprende entonces que -de manera anónima- muchos moscovitas estén dispuestos a admitir el pago de sobornos a la policía cuando son arrestados, incluso si son inocentes.
"Lo mejor es resolver el problema tan pronto como sea posible, en la estación de policía", dice Khisamutdinov. "Sólo necesitas pagarle lo mínimo a los agentes de la policía que te detuvieron. Lo demás funciona de forma automática".
Es mucho más costoso comprar la liberación una vez que el sistema de la justicia ha comenzado a moverse. Valery Gaiduk dice que se le ofreció la libertad por US$300.000, pero no los pagó porque no estaba seguro de que el acuerdo sería respetado.
Uno de los pocos jueces dispuestos a hablar abiertamente sobre los fallos de los tribunales rusos es Sergei Zlobin, quien renunció como jefe de la Junta de Volgogrado desde hace cuatro meses. Su historia de juez ruso y moderno es extraordinaria.
"A menudo hay grandes vacíos en la evidencia", dice Zlobin. "Los investigadores cometen errores graves, pero el sistema permite que incluso esos errores sean utilizados como pruebas contra el acusado y el veredicto de culpabilidad debe emitirse de todos modos. De lo contrario el juez se meterá en problemas".
Zlobin dice que en los miles de casos que escuchó durante los 15 años en los que fue juez, solo emitió siete sentencias de inocencia. Cinco de ellas fueron anuladas más tarde. La emisión de un veredicto de inocencia, dice, no era solo una "pérdida de tiempo" sino que también era muy arriesgado.
Los jueces están bajo todo tipo de presiones -el Servicio Federal de Seguridad, los fiscales y el presidente del tribunal- para que no absuelvan a los acusado, incluso hay chantaje. ¿El resultado? Muchas personas inocentes están tras las rejas.
Zlobin y su familia han recibido amenazas y mensajes abusivos desde su renuncia. Él sabe que es arriesgado hablar abiertamente del tema, pero dice que su conciencia le obliga a hacerlo.
"A veces tenía que seguir las instrucciones de mis superiores. Ahora, en retrospectiva, entiendo que lo que hacía estaba mal y además era ilegal. Lo lamento profundamente".
El futuro
Cuando le preguntaron si alguna vez había aceptado un soborno para arrestar a alguien con falsas acusaciones, el exoficial de policía Marat Khisamutdinov se negó a responder.
¿Un agente se debería sentir culpable por incriminar a una persona inocente? "No", respondió. "No lo conoces, nunca más lo volverás a ver y obtienes una recompensa económica, así que ¿por qué debería importarte?".
La comunidad empresarial estará observando los próximos movimientos de Boris Titov muy de cerca.
Él ha hecho alusión a una posible amnistía para los presos que cumplen condena por "delitos económicos", si es que esa es su primera ofensa. Una medida que podría afectar a más de 100.000 hombres de negocios.
La excepción, sin embargo, serían los empresarios encarcelados más famosos -Mikhail Khodorkovsky -quien fuera alguna una vez el hombre más rico de Rusia- y su socio Platon Lebedev- ya que ambos han sido condenados más de una vez.