Una casa "invertida", con el tejado clavado en la nieve que cubre el principal centro de exposiciones de Moscú, se convirtió de la noche a la mañana en una atracción turística.
"He viajado mucho por el mundo. Vi una casa en uno de los países que he recorrido y me encantó la idea. Lo quise llevar a cabo en Rusia y por fin lo conseguí", dijo a EFE el empresario Alexander Donskoi, autor de la iniciativa.
Agregó que tardó 45 días en erigirla y que con eso "batimos el récord mundial frente a los 114 días que habían tardado los polacos en hacer lo mismo".
La vivienda, de madera y con un tejado a dos aguas, tiene dos pisos que cuentan con una habitación para niños, un salón, un comedor, un dormitorio y un cuarto de baño.
Nada más entrar por la puerta uno tiene sensación de vértigo, no tanto por el hecho de que los muebles estén pegados al techo, sino por una ligera inclinación del suelo, hecha especialmente para agudizar la ilusión.
"Aquí todo es natural. Todo fue comprado en tiendas habituales, no hay cosas artificiales. Tenemos cereales y comida. De voltear la casa, se podría vivir aquí. Hasta hay vodka y champán", dijo Donskoi.
Relató que, con los pocos días que lleva abierta la nueva atracción de la capital rusa, algunos visitantes ya han tratado de colgarse sobre los muebles pegados y suspendidos del techo y han roto algunos accesorios.
"La gente trata de entender cómo está sujetado. Ya han arrancado una albóndiga de un plato y un chorizo del refrigerador", dijo el empresario.
Agregó que tiene planeado construir otra casa igual en la antigua capital zarista, San Petersburgo.
Aunque "es muy parecida a una real", Donskoi duda de que alguien pueda vivir en esa construcción, ni siquiera él mismo.
"Me costaría dormir aquí, ya que la cama está en una posición un poco rara para mí. Está encima de mí, mientras yo estoy acostumbrado a tenerla debajo", bromeó.