Las muertes de rinocerontes por la caza furtiva en Sudáfrica, el país que posee la mayor colonia de estos animales en todo el mundo, cayó un 33,7% el año pasado, cuando hubo que lamentar la pérdida de 394 ejemplares frente a los 594 de 2019, informó este lunes el Ministerio de Medioambiente de ese país.
La notable reducción se debe, en gran medida, a las "circunstancias extraordinarias" impuestas por la pandemia, según detalló el Ministerio en un comunicado.
Las restricciones a la movilidad para combatir la expansión del coronavirus limitaron también el acceso y los desplazamientos de los furtivos, que persiguen a esta especie gravemente amenazada por sus cuernos.
UNA TENDENCIA QUE VENÍA EN DESCENSO
A pesar de esta excepcionalidad derivada de la pandemia, los datos confirman una tendencia de disminución de las muertes que Sudáfrica ha logrado mantener desde hace seis años.
"Tras diez años de implementación de varias estrategias para combatir la caza de los furtivos locales, que son reclutados y gestionados por sindicatos del crimen, Sudáfrica ha logrado parar la escalada de pérdidas de rinocerontes", celebró el gobierno sudafricano.
El descenso de las muertes en los últimos dos años parece haber dado la vuelta a la grave tendencia de explosión de la caza furtiva que se había registrado en la última década y que ponía en serio peligro la supervivencia de la especie a medio plazo.
Concretamente, las alarmas empezaron a sonar en 2008 (en 2007 solo habían muerto 13) y poco después, en el 2014, se alcanzaron las cifras más preocupantes, con 1.215 rinocerontes cazados.
Los furtivos buscan sus cuernos, que se venden sobre todo en los mercados asiáticos, donde se le atribuyen propiedades curativas y afrodisíacas.
En el mercado negro, el cuerno alcanza valores de entre 60.000 y 80.000 dólares por kilo.