Las toxinas botulínicas que Augusto Pinochet adquirió a inicios de la década de 1980 fueron recibidas en el propio Palacio de La Moneda a través de valijas diplomáticas enviadas desde Brasil.
Esta semana, la ex directora del Instituto de Salud Pública (ISP), Ingrid Heitman, reveló que el dictador dispuso de toxinas botulínicas capaces de exterminar a miles de personas dentro y fuera de Chile y que fueron encontradas e incineradas en 2008, sin conocimiento de las autoridades de Gobierno.
De acuerdo a lo informado por la agencia DPA, el ex funcionario del ISP, Marcos Poduje, afirmó en declaraciones a la policía que retiró un paquete en una oficina que la Cancillería tenía en La Moneda y que luego lo entregó al entonces jefe del Departamento de Laboratorios del ISP, Hernán Lobos.
La agencia alemana tuvo acceso a documentos policiales y judiciales reservados en los que se consignan declaraciones de oficiales en retiro del Ejército y del propio Instituto de Salud Pública.
En aquellos documentos también se menciona que el director del ISP en aquella época, Joaquín Larraín, admitió la adquisición de armas químicas tras una reunión con el funcionario de inteligencia militar, Eduardo Arriagada, quien aludió que el Ejército las necesitaba debido a las tensiones con países limítrofes, especialmente Argentina.
Estas declaraciones recogidas por DPA se enmarcan en la investigación que realiza el juez Alejandro Madrid por el envenenamiento de presos en la Cárcel Pública de Santiago y la muerte del ex Presidente de la República, Eduardo Frei Montalva.