Entre el viernes y el domingo pasados tres periodistas chilenos sufrieron una inesperada visita en sus casas. Aprovechando su ausencia, desconocidos ingresaron y robaron computadoras y discos duros. Hace un mes, otra de sus colegas había sufrido un robo similar.
¿Una desafortunada coincidencia? ¿Ladrones que se despertaron con ganas de asaltar periodistas? Podría ser. Pero también es probable que el factor común entre todos ellos influyera en los atracos: todos han investigado casos ligados a los organismos de inteligencia y represión durante el gobierno facto de Augusto Pinochet (1973-1990).
Todos también han publicado libros sobre el tema y revelado información hasta entonces desconocida. Algunos incluso han sido citados a declarar en causas de derechos humanos ligadas a sus indagaciones.
El gobierno chileno ha provisto seguridad especial para algunos de los afectados, y el jueves y viernes las víctimas fueron citadas a declarar en una investigación conjunta realizada por la Fiscalía Metropolitana.
"Estamos pidiendo los antecedentes de todos los casos para determinar si existe una vinculación entre ellos. De existir, esto sería muy grave ya que comprometería seriamente la libertad de expresión en el país", le dice a BBC Mundo Andrés Montes, fiscal regional de la Fiscalía Metropolitana Centro-Norte.
Extrañas coincidencias
En la madrugada del viernes 14 de diciembre, el auto del periodista y corresponsal de la agencia alemana de noticias DPA, Mauricio Weibel, desapareció de la puerta de su casa en la comuna de La Reina, en Santiago de Chile.
Horas después, una persona vestida como carabinero –la policía local– visitó la antigua residencia de Weibel. Preguntó por la mujer del periodista por su nombre y pidió antecedentes sobre su familia.
"El supuesto carabinero se negó a identificarse y se retiró a bordo de un taxi", le cuenta a BBC Mundo Mauricio Weibel.
El auto apareció, pero completamente desmantelado, al otro extremo de la capital chilena. Sin embargo, ésta no sería la última mala noticia que recibiría Weibel el fin de semana.
El sábado, entre las 14:00 y las 17:00, mientras el reportero se encontraba en un paseo con su hija fuera de Santiago, su casa fue asaltada por desconocidos. La registraron completa y, finalmente, se llevaron dos computadores portátiles.
Uno de ellos contenía las copias de miles de archivos secretos sobre la represión de la era Pinochet, que forman parte de su libro "Asociación ilícita", publicado este año.
Además, el periodista prepara un nuevo libro para 2013.
Antes de que la policía alcanzara a llegar a la casa de Weibel, sucedió otro hecho inusual. "Un hombre fue sorprendido fotografiando mi casa y huyó al ser requerida su identidad por amigos de la familia", le cuenta a BBC Mundo.
Desaparición de un USB
El mismo día del asalto a la casa del corresponsal de la agencia DPA, el periodista Javier Rebolledo dice que notó una extraña desaparición: su disco duro de respaldo, guardado en un lugar específico de su casa, se había esfumado.
La memoria contenía material que el periodista estaba trabajando para su segundo libro, sobre el origen de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) y el rol de los civiles que colaboraron con el régimen de Pinochet.
Tres semanas antes, a fines de noviembre, la computadora del periodista parecía tener vida propia. "Estaba conectado a internet y la flechita del mouse comenzó a moverse sola por distintos iconos y se metía a archivos. Pasó varias veces y no podía volver a moverla. Sólo al desconectarme de internet pude volver a manejar la computadora", le cuenta a BBC Mundo.
Rebolledo es autor del libro "La danza de los cuervos", que relata el testimonio de Jorgelino Vergara, quien trabajó como asistente de camarero en la casa de Manuel Contreras, jefe de los organismos de inteligencia y represión durante el gobierno de Pinochet.
El relato de Vergara llevó al descubrimiento de un centro de exterminio hasta entonces desconocido: Simón Bolívar 8800, el cuál se hizo público a través del libro de Rebolledo.
"Aspiradora sobre la cama"
El lunes en la noche, tras pasar el fin de semana fuera, otro periodista, Cristóbal Peña, abrió la puerta de su casa y se dio cuenta de que los discos de una de las estanterías de la entrada no estaban más. Eran lo único que faltaba en la casa, pero no lo único extraño.
Una caja de madera con documentos había sido "revisada con mucha minuciosidad", según le cuenta a BBC Mundo Peña.
La pantalla de la computadora estaba recostada sobre el escritorio y en la habitación de sus hijos una aspiradora había sido puesta sobre una de las camas, agrega.
Cristóbal Peña es un premiado periodista e investigador chileno, que ha cubierto casos emblemáticos de derechos humanos, como la reconstrucción de las últimas horas de vida de Víctor Jara, el cantante asesinado en 1973, a comienzos del gobierno militar.
"Yo hace rato que no publicaba nada [sobre el gobierno militar] y no había recibido previamente señales de ningún tipo", le explica Peña a BBC Mundo.
Sin embargo, actualmente se encuentra preparando un libro sobre Pinochet, cuya investigación y datos tenía en una computadora que no estaba en la casa, sino que llevaba con él.
Los tres hechos ocurridos el fin de semana no fueron los primeros delitos de este tipo. Hace un mes, la periodista y colaboradora de The New York Times, Pascale Bonnefoy, sufrió un robo similar en su casa. ¿El objetivo? Su computadora y una cámara fotográfica.
Condena del Gobierno
La organización internacional Reporteros Sin Fronteras, a cargo de proteger a periodistas perseguidos por su trabajo a nivel mundial y de la cual Weibel también es corresponsal, presentó una queja y catalogó los hechos como "verdadero hostigamiento".
El caso escaló al palacio presidencial de La Moneda y fueron el ministro del Interior, Andrés Chadwick, y la vocera del gobierno de Sebastián Piñera, Cecilia Pérez, quienes aseguraron, mediante un comunicado, haber contactado a los afectados y se comprometieron a resguardar su seguridad. Por la misma vía condenaron los hechos.
Sin embargo, Javier Rebolledo asegura que nadie del gobierno lo ha contactado.
BBC Mundo trató de hablar con Chadwick, pero desde su gabinete señalaron que la persona autorizada para hablar era la portavoz del gobierno.
Sin embargo, los asesores de prensa de la vocera aseguraron que no se referirá al tema, dado que los antecedentes están en manos de la Justicia.
La Fiscalía y la Brigada de Derechos Humanos de la Policía de Investigaciones chilena se hicieron cargo del tema. Hoy los cuatro casos están siendo investigados en conjunto.
Las hipótesis
Hay tres hipótesis que se barajan hasta ahora. La primera sería una "increíble coincidencia", según Weibel. Es decir, que no exista vinculación entre los sucesos. Sin embargo, es poco probable porque los casos fueron derivados a una investigación conjunta.
La segunda hipótesis tiene que ver con una potencial venganza de ex agentes del gobierno militar o un grupo de apoyo de éstos, por las investigaciones publicadas por los periodistas.
Sin embargo, Weibel cree que lo que sucede podría ser "una operación mayor" contra los periodistas.
La tercera hipótesis estaría vinculada con una de las causas que todavía queda pendiente: el supuesto asesinato del ex presidente Eduardo Frei Montalva, quien gobernó entre 1964 y 1970.
Oficialmente muerto por una complicación tras operarse de una hernia al hiato en 1981, la justicia investiga indicios de que el ex mandatario chileno pudo haber sido envenenado por la Central Nacional de Inteligencia (CNI).
En esta investigación, dos de los periodistas afectados (Bonnefoy y Weibel) fueron citados a declarar por sus trabajos sobre organismos represores que podrían estar vinculados con el presunto crimen.
"Es un elemento que se está evaluando", le aclara a BBC Mundo el fiscal Andrés Montes, a cargo del caso de los robos a los reporteros.