La gratuidad de la educación y el fin del lucro fueron dos de las principales consignas que impuso el movimiento estudiantil en 2012 y que hoy, a meses de las elecciones presidenciales y parlamentarias, han sido adoptadas también como promesa de campaña por los candidatos.
Ambos puntos fueron asumidos como "primer compromiso" por Michelle Bachelet de cara a un posible nuevo mandato. Junto a ella los candidatos opositores Marco Enríquez-Ominami, Claudio Orrego, José Antonio Gómez y Andrés Velasco han coincidido en el rechazo del lucro con fondos públicos en todos sus niveles, pero no así la demanda de gratuidad total.
"No tiremos la pelota para el lado. Vamos de frente y digamos exactamente qué planteamos: fin al lucro, fin al copago, fin a la discriminación de nuestros niños con platas públicas", dijo el líder del PRO, Marco Enríquez-Ominami.
"Yo no estoy de acuerdo con que siga el sistema de subvenciones, sino que el Estado se haga realmente parte de la educación; que el Estado sea, realmente el responsable de la educación pública, sin perjuicio que la privada siga existiendo", comentó el timonel radical, José Antonio Gómez.
Para el abanderado DC, Claudio Orrego, "no basta con prohibir el lucro. Sin ir más lejos, hoy día está prohibido por ley el lucro en las universidades y, sin embargo, existe. Las leyes no son mágicas. Hay que tener un Estado con la capacidad y un Gobierno con voluntad de eliminar de verdad lucro ahí donde está prohibido".
Debate sobre la gratuidad
El ex ministro de Hacienda de la Presidenta Bachelet, Andrés Velasco, manifiesta, sin embargo, su discrepancia respecto de la demanda sobre la gratuidad.
"La educación totalmente gratuita es injusta, porque destina recursos del Estado que podrían ir a ayudar a la clase media a financiarle la educación a los hogares más ricos, que pueden pagar", dijo el economista.
Esta argumentación es desestimada por la directora de Política Educativa de la fundación Educación 2020, Patricia Schaulsohn, quien indicó que el mayor problema en este punto no es el pago de las familias, sino la segregación que genera el actual sistema, por lo cual la educación gratuita debiera ser una posibilidad para todos, sin importar su situación socioeconómica.
"La gratuidad en la educación para todos tiene un sentido de integración social, que es mucho más importante que estar pensando que un papá que pueda pagar se está ahorrando 200 mil pesos", dijo la experta.
Ese ahorro "a lo mejor los está pagando en impuestos, los está pagando por otro lado" quien tiene una buena situación.
Lo sustancial es que "la integración que produce la gratuidad para todos es un beneficio insuperable", indicó Schaulsohn, que confía en que este objetivo se puede alcanzar de manera paulatina.