El historiador de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV), Paulo Donoso, explicó que la costumbre de regalar huevitos de chocolates el domingo 31 de marzo -cuando se celebra la Pascua de Resurrección- se remonta al inicio del cristianismo.
"En primer lugar, en la historia universal la figura del conejo estaba asociada a elementos propios de la antigüedad, mucho antes de la llegada del cristianismo. Ya se pensaba que era una representación de la fertilidad coincidente con el inicio de la primavera en el hemisferio norte, donde el ciclo de la agricultura era vital para los pueblos antiguos -griegos y romanos- que ya tenían en su iconografía de fertilidad al mamífero", detalló el profesor.
Donoso sostuvo que cuando surgió la religión basada en las enseñanzas de Jesús, los feligreses adoptaron el simbolismo del huevo como un elemento de festividad y celebración propia.
"El huevo es nacimiento, representa algo que está saliendo a la vida y simboliza un culto de ofrendas que realizaban los cristianos que estaban siendo perseguidos por el Imperio Romano, por lo tanto, debían celebrar de manera oculta, muy críptico, sin que la autoridad romana se enterase. Es así como una forma de llegar a esta imaginación de festividad alegre se plasmó en una comida cocinando huevos, también pintándolos o decorando la cáscara de alguna forma", complementó el historiador.
De esta manera, el profesor indicó que en muchos países europeos el huevo es más preponderante que el conejo en Semana Santa.
"El conejo está asociado a la cultura más anglosajona y protestante, mientras que el huevo sigue siendo, por ejemplo, en España e Italia, que son de cultura tradicionalmente más católica, un ingrediente que está permanente en todos los platos y las preparaciones culinarias de Semana Santa. Por otro lado, a nosotros en Chile el conejo entró fuertemente desde la cultura anglosajona como una idea del dulce chocolate que los niños reciben el día de la Pascua", concluyó el académico.