Luego de que el papa Francisco dejara abierta la puerta al fin del celibato en la Iglesia Católica, algunas voces en el sacerdocio han presentado reparos al cambio en una de las principales "muestras de compromiso" con la religión.
El celibato fue instaurado de manera obligatoria en 1139, durante el Segundo Concilio de Letrán, convocado por el papa Inocencio II.
En los últimos días, Francisco comentó que el celibato "no es materia de dogma", ni una "verdad de fe", por lo que se puede conversar sobre una posible eliminación.
El obispo auxiliar de Santiago, Fernando Ramos, explicó que "evidentemente, uno de los aspectos de la formación sacerdotal que se toman durante todos los años del proceso formativo es la maduración humana en vista a una consagración y al celibato. Es un tema importante dentro del proceso formativo".
"Quien podría firmar una modificación en esta medida es el Santo Padre, pero es una medida que tiene tanta importancia en la vida de la Iglesia por tantos siglos, que tendría que ser de una amplia aceptación y probablemente sancionado a través de un concilio", reflexionó.
Algunas ramas de la Iglesia Católica, como los griegos o los orientales, no han adoptado el celibato como una práctica tradicional.
Sin embargo, el vocero de la Conferencia Episcopal, Jaime Coiro, indica que "la situación de los sacerdotes casados en la Iglesia oriental ha tenido también algunos problemas, que tienen que ver con esta mezcla del sacerdocio, que es una entrega total para la comunidad y a la vez el tema de la vida conyugal, que es una entrega también total para la esposa y para los hijos".
"También colisionan, por ejemplo, las repercusiones económicas que esto tiene, y que también ocurre en otras condiciones religiosas", agrega.