En Santiago, María Fernanda Barrera, recibió la noticia emanada desde el Vicariato de Aysén que informó que el ex párroco Porfirio Díaz fue "dispensado del sacerdocio y del celibato sacerdotal" a raíz de la investigación por abusos sexuales a menores iniciada tras la denuncia pública realizada por la psicologa, quien relató la agresión sexual que sufrió, siendo una niña.
Barrera señaló que "esto marca un hito, nosotras desde el inicio planteábamos que una primera cosa que tenía que pasar era que el cura pedófilo perdiera sus privilegios de cura y que perdiera el poder de acceder a cientos de familias y de comunidades en los distintos puntos de la Patagonia".
La mujer, que en 2018 denunció al ahora ex sacerdote, agregó que si bien con esto se pone fin al proceso canónico, la medida está lejos de ser reparatoria, ya que "la Iglesia sólo está haciendo un trabajo que tiene pendiente hace siglos, que es el de expulsar a los pedófilos, a los pederastas, a los torturadores y depredadores sexuales de sus filas".
"Dificilmente podría encontrar reparación y por suerte no la buscamos en la iglesia, ya que difícilmente la podriamos encontrar ahí cuando, por ejemplo, el Vicariato de Aysén emite un comunicado por lo menos odioso, donde llaman a orar por el hermano pedófilo y además se permiten calificar como dolorosa la resolución del Vaticano", remarcó Barrera.
ACUSA A OBISPO INFANTI DE ENCUBRIMIENTO
Particular molestia causó en las denunciantes este comunicado enviado a los medios, en el que se llama a los católicos "a orar por este hermano nuestro y por todas las personas afectadas por esta dolorosa resolución".
A juicio de la afectada, esta frase "confirma la política que tiene el Arzobispado de Aysén, dirigido por (Luis) Infanti, que es una política de encubrimiento, cuando vemos que él y esta institución sitúa todo su discurso, su compasión y su posicionamiento a favor del cura abusador y no de las sobrevivientes".
"Su empatía, su compasión y su preocupación es con el cura y el llamado a oración es para el cura y consideran doloroso el tener que apartarlo de sus filas. Doloroso es el abuso, dolorosa es la impunidad" resaltó.
Para Maria Fernanda Barrera faltó una autocrítica por parte del obispo Luis Infanti, quien tendría una responsabilidad política, ya que los abusos cometidos por Porfirio Díaz se dieron bajo su mandato y, por lo tanto, era él quien supervisaba los movimientos del sacerdote por las distintos pueblos de Aysén.