La sobrina del sacerdote Fernando Karadima, la asistente social María Soledad Latorre, aseveró que creyó "de forma inmediata" las acusaciones de abuso sexual que pesan contra el religioso.
"Creí en esto y de manera inmediata, porque si bien jamás pensé que este señor fuera un abusador sexual, desde mi perspectiva había señales de una estructura al interior de la Parroquia El Bosque que hacían posibles hechos de abuso de poder, incluyendo abusos sexuales", comentó en una carta publicada por el sitio de investigaciones Ciper Chile.
Latorre, quien durante ocho años ha trabajado con víctimas de abuso, relató que "me tocó ver por años como él se desenvolvía como una persona poderosa, con muchos seguidores incondicionales, rodeado de un halo de santo. Siempre estaba rodeado de jóvenes, varones y buenmozos, a los que en mi familia llamaba 'los pollos de Fernando'".
"Lo que me llamaba la atención era la sumisión de estos jóvenes frente a esta figura, que se veían como súbditos de un gran monarca", agregó.
"Mi credibilidad absoluta"
María Soledad Latorre, quien es sobrina en segundo grado de Karadima, manifestó además "mi credibilidad absoluta, mi solidaridad y apoyo a las víctimas, en especial a José Andrés Murillo y James Hamilton, a quienes conozco y estimo".
Al respecto sostuvo que uno de los elementos que provocaron sus credibilidad en las víctimas fue "escuchar los relatos y de quienes provenían. Darme cuenta del daño ocasionado por la transgresión de límites, la confusión y el silencio sostenido durante años".
Latorre afirmó que "un abuso cometido por un sacerdote con tanta legitimidad y autoridad como el padre Karadima, que ostenta haber sido discípulo del san Alberto Hurtado, que se sabe que aportó a la generación de vocaciones sacerdotales y que tenía fama de 'santo' en su entorno, es un hecho gravísimo"
"Todo esto es parte de la estructura que hizo posible que estos abusos fueran cometidos, de manera sistemática y a muchas víctimas distintas, y que se mantuvieran en silencio por décadas", puntualizó.