Mediante una carta con el sello de su fundación, Democracia y Desarrollo, el ex Presidente Ricardo Lagos envió a la Convención Constitucional una recapitulación de los avances económicos y sociales de Chile durante "los 30 años" posteriores al fin de la dictadura.
La misiva, denominada "Una mirada de luces y sombras de la economía en Chile desde la recuperación de la democracia (1990-2022)", fue dirigida a la presidenta y el vicepresidente de la Convención, María Elisa Quinteros y Gaspar Domínguez; pero con la sugerencia expresa de que hiciera llegar al resto de los constituyentes.
"Hemos seguido con atención los importantes e interesantes debates que tienen lugar en la Convención Constituyente. En algunas ocasiones hemos tomado conocimiento de afirmaciones que atañen al periodo presidencial que me tocó presidir y (...) y por ello quisiera que este texto sirva como la exposición de algunos de los actores involucrados en las decisiones de la época", comienza el documento, suscrito, además de Lagos, por su ex jefe de gabinete, el cientista político Enrique Paris Horvitz.
"COMO ANDINISTAS, MÁS CERCA DE LA CIMA"
El texto recuerda que "al retomar el camino democrático, Chile se hizo cargo de una dura herencia en materia de bienestar social legado por el largo período dictatorial", que dejó un país en que "la pobreza de ingresos afectaba a cerca del 40% de los hogares (con las metodologías actuales, la pobreza llegaba entonces a niveles dramáticos cercanos al 70% de la población), alcanzaba los mayores niveles de desigualdad de los que se tenga registro y el ingreso per cápita era de 9.592 dólares a precios de 2017 ajustados por paridad de poder de compra, bastante menor al ingreso promedio de los países de América Latina".
"Ello había generado una profunda fractura social y económica que fue sin duda el mayor desafío de la reconstrucción democrática. Hoy, después de 32 años de democracia, la situación es muy diferente, Chile está en la gran mayoría de los indicadores de bienestar social a la cabeza de América Latina y se ha transformado a nivel mundial en uno de los países que ha tenido un ritmo de avance más rápido de desarrollo socioeconómico, disminuyendo la pobreza a una octava parte de lo que era en 1990, con un crecimiento económico un punto porcentual superior en promedio anual al de la economía mundial y un ingreso real per cápita creciendo tres veces más rápido que la media de los países de Latinoamérica", expone la carta.
"Esos avances nos han colocado a las puertas de un nuevo ciclo; enfrentamos retos que pondrán a prueba la capacidad del país para enfrentarlos, distintos a los anteriores, que exigirán otros esfuerzo y nuevas competencias. Nos encontramos como un grupo de andinistas que llega desde el campamento base a un campamento más alto, con dificultades nuevas, pero más cerca de la cima. El mundo se ha vuelto más complejo y globalizado y nos plantea otras urgencias, las de una sociedad cuyos miembros son más exigentes en el ejercicio de sus derechos y las generaciones nacidas en democracia buscan expandirla a nuevas esferas de la vida social", reflexionan los firmantes.
"Lo avanzado en las últimas décadas no tiene, como siempre sucede en la historia, una mirada ecuánime y valorativa de quienes están hoy mejor que antes; eso se da por adquirido, la mirada es más bien crítica y se dirige hacia lo que aún no se ha conseguido y la percepción subjetiva del bienestar es menor a las cifras objetivas del desarrollo social", constatan.
"BASES SÓLIDAS"
La misiva hace un largo y detallado repaso por las administraciones de Patricio Aylwin, Eduardo Frei, el propio Lagos, Michelle Bachelet y Sebastián Piñera, y advierte que "la expansión de los derechos económicos y sociales necesarios para la convivencia democrática y la mayor protección del medioambiente que impulsaron los gobiernos de centroizquierda se vio muchas veces limitada por una correlación de fuerzas sesgada y cerrojos constitucionales que relegan al estado a un rol subsidiario y que le atribuyen al mercado capacidades de organización de la vida social más allá de la economía".
"Esto debe ser considerado para decidir el camino que Chile debe seguir para impulsar su desarrollo de un modo sostenible e inclusivo, sacando las lecciones que ofrecen las luces y sombras de nuestra historia reciente, repasando los avances y los aspectos menos logrados en su propio mérito y bajo las condiciones en que se dieron. No fue una trayectoria lineal, tuvo sus etapas, dificultades específicas y metas que respondían a objetivos que se fueron agregando a medida que la sociedad alcanzaba mayores niveles de
bienestar".
Hacia el cierre, Lagos y Paris concluyen: "En 30 años, Chile progresó y fuimos capaces de crear bases sólidas que permiten avanzar al desarrollo. Sin embargo, es preciso reconocer que la fuerza propulsiva de los primeros 18 años se debilitó paulatinamente en los años posteriores haciendo más lentos los avances y generando un choque con las expectativas ciudadanas, malestar por la despreocupación de los responsables gubernamentales por su dignidad, sus derechos y su calidad de vida. Y un sentimiento de injusticia creciente por cómo se distribuían los frutos del crecimiento".
"La profundización de la democracia es sin lugar a dudas el camino para recuperar, ante los nuevos desafíos, el impulso propulsivo que Chile requiere en esta nueva etapa, de un desarrollo económico que debe integrar las demás dimensiones de la vida social. El desarrollo (...) no se limita al crecimiento económico; es también la suma de políticas que reducen la pobreza y la desigualdad y que promueven una convivencia democrática respetuosa de las libertades y el pluralismo. Tenemos frente a nosotros el desafío de trabajar por un desarrollo sostenible, más justo al distribuir los frutos del crecimiento, respetuoso del medio ambiente, que impulse el uso de energías renovables y con una estrategia capaz de elevar la productividad de la economía y apoyar el emprendimiento y la innovación", finaliza la carta a la Convención (ver archivo adjunto).