El exdirector de Adimark Roberto Méndez, investigador de la Escuela de Gobierno de la Pontificia Universidad Católica (PUC), comentó este jueves en Cooperativa los resultados de la Encuesta Nacional Bicentenario de 2023, y puso foco en dos puntos de preocupación en Chile: la percepción de violencia y la intolerancia transversal.
En entrevista con Lo Que Queda Del Día, el académico advirtió que se está viviendo la mayor percepción de "violencia que amenaza con destruir el orden institucional" en 50 años, por encima de los inicios de la Unidad Popular en 1970.
Asimismo, señaló que existe una intolerancia desatada, con personas que "ni siquiera conversar con otras que piensen diferente", algo que "ni en los peores momentos de las crisis políticas hemos tenido en Chile".
"Los jóvenes de izquierda son más intolerantes que los viejos de izquierda (...) En cambio, si vas a la gente que se identifica con la derecha, los viejos de derecha son más intolerantes, y los jóvenes de derecha son menos intolerantes", reveló Méndez, experto en opinión pública.
- Paula Molina: Aumenta el conflicto, mayor violencia y baja tolerancia, ¿podrías darnos una mirada general de estos de estos hallazgos en particular?
"Es un trabajo largo esto. Hemos completado 18 años trabajando año tras año como han evolucionado muchas variables, además de la que tú mencionas, en temas como religión, la familia y las expectativas económicas uno puede ver cómo hemos cambiado los chilenos de este periodo y que han pasado tantos años, tantos gobiernos de derecha, izquierda, etcétera. La situación actual es preocupante y una de las áreas que (más) preocupa es esta percepción de violencia, que existe violencia en el país y que amenaza con destruir o dañar el orden institucional".
"Una pregunta histórica que se había hecho en 1970, que es uno de los pocos datos históricos que tenemos de encuesta de esa época, encontró que, en el primer año del gobierno de Salvador Allende, de la Unidad Popular, un 52% pensaba que en Chile había demasiada violencia y que eso amenazaba el orden institucional. Es cierto que el primer año de Allende fue así como tranquilo, pero después vino lo que sabemos que vino (golpe de Estado) y parecía muy alta esa cifra. Ese 52% se ha transformado en 73%. Nosotros lo medimos el 2011, el 2021, el 2023 y ha venido subiendo siempre. Entonces estamos en unos niveles de violencia, percibida al menos, que muestra mucha preocupación de que este sea un factor que amenace el orden institucional".
"Sí, estamos en un momento -el más alto en 50 años- de percepción de violencia (muy peligroso) (...) Entonces, es una situación que preocupa mucho y que va unido a otras cosas, una también muy preocupante: la intolerancia, esto de no tolerar y querer incluso cancelar al que piensa diferente".
"Encontramos que cerca del 70% de las personas no quieren ni siquiera conversar con una persona que piense diferente y piensa que las personas que piensan distinto no deberían tener acceso a los medios de comunicación, no deberían dar entrevistas, no deberían darles cabida en los medios de comunicación, no escribir una columna, no deberían ocupar cargos públicos y no deberían ser profesores de niños, por ejemplo. Son situaciones que incluso comparando con datos de otros países nos muestra una sociedad que se ha vuelto -porque esto no ha sido así históricamente- más intolerante".
- Esta intolerancia, para precisar, se les pregunta a las personas respecto a incluso restricciones para quienes piensan distinto a ellas, que no deberían tener ni siquiera espacio para expresarse. ¿Es así?
"Ni siquiera espacio para expresarse, por eso es una intolerancia tipo cancelación. Bueno, así se le ha llamado, una cancelación, hacer que la persona no tenga derecho a expresarse, a ocupar un cargo público, a ser profesor incluso, (por) alguien que piense una cosa que a mí no me gusta en materia de diversidad sexual o en temas de ese tipo. Es una situación nueva porque no la habíamos visto. Ni en los peores momentos de las crisis políticas que hemos tenido en Chile ha habido esta idea de cancelar, de funar, de que no hable (...) es una intolerancia que se ve en ambos extremos, es transversal y que lleva a una polarización en definitiva y una actitud muy difícil".
- O sea, hay una intolerancia transversal, un nivel de violencia que es de los más altos en la historia de Chile...
"Hay diferencias en esta intolerancia. Por ejemplo, en la gente que se identifica con la izquierda son más intolerantes los jóvenes. Los jóvenes de izquierda son más intolerantes que los viejos de izquierda (...) En cambio, si vas a la gente que se identifica con la derecha, los viejos de derecha son más intolerantes, en cambio los jóvenes de derecha son menos intolerantes. Es muy raro, es como que se cruzan las tendencias, pero no es parejo. Si tú lo ves así, derecha-izquierda es parecido, pero resulta que cuando lo ves por edad, es distinto. Los jóvenes de izquierda son más intolerantes, los jóvenes de derecha no, y los viejos de derecha son más intolerantes y los viejos de izquierda, en cambio, son menos intolerantes. Muy raro, pero tiene una explicación, tiene alguna lógica".
- ¿Tú dices que tiene una lógica dentro de las mismas preguntas de la encuesta, o tú planteas que tiene una lógica a partir de lo que tú sabes de opinión pública en Chile?
"No, de lo que es la izquierda y lo que es la derecha, de cómo ha evolucionado la política en los últimos años, todos los temas generacionales que dividen a la izquierda y a la derecha. Creo que es muy largo, pero sí, uno podría hacer una teoría de por qué estas cosas pasan".
MIGRACIÓN, RELIGIÓN Y EDUCACIÓN
- Roberto, ¿hay algunos datos más positivos o algún lugar donde nos encontremos, de acuerdo a lo que ustedes van midiendo en esta última edición de la Encuesta Bicentenario?
"La situación global es preocupante, pero si hay, por ejemplo, el tema de migración, que hemos visto mucho, lo hemos estudiado, que causa gran preocupación y gran rechazo a las personas también, sobre todo por esta asociación que muestra la encuesta entre migrantes y delincuencia, que ha crecido mucho estos tres últimos años después de la pandemia. Eso fue un fenómeno que apareció ahora, después de la pandemia, esta asociación de migración y delincuencia".
"Como que el gran miedo de las personas hoy día es el inmigrante, o un crimen que se asocia al inmigrante: más del 90 por ciento de las personas tiene esa asociación en su mente. Pese a que -eso no está publicado, pero- más del 60 por ciento de las personas chilenas dice que tiene contacto muy frecuente o diario con migrantes, ya sea por las tiendas en las que compra, los servicios que reciben, el delivery que recibe; en fin, y la inmensa mayoría dice 'no he tenido ninguna experiencia negativa ni conflicto ni pelea con los migrantes'".
"Entonces, (el rechazo) es una cuestión de estos crímenes duros y muy mediáticos y muy aterrorizadores, pero no corresponde a la experiencia diaria de las personas. Eso es una cosa, no sé si esperanzadora, pero nos hace pensar que hay que mirar esto con una nota de precaución, cuando uno analiza lo que está pasando y toma medidas políticas públicas, porque una política antimigratoria generalizada no corresponde a la realidad de lo que las personas están viviendo, pero sí se requiere, obviamente, un control urgente de este crimen organizado que ha aparecido tan claramente después de la pandemia".
"(En definitiva), no existe una actitud antimigrante, sino que es un temor o una crítica a cómo el Estado ha manejado esto y ha permitido que delincuentes se hayan colado con los migrantes. No es una posición ante todos los migrantes y, por ejemplo, un 70% piensa que un migrante que tiene sus papeles al día y que cumple con la ley debiera tener los mismos derechos que los chilenos. Eso es muy importante: Chile podría ser un país acogedor a los migrantes, pero en la medida que se controle el tema delictual, eso fue un resultado esperanzador".
"Después, la gente también, a pesar de que las instituciones se deterioran, por ejemplo, la Iglesia Católica, que está dentro de todas estas instituciones, (junto al) Congreso o partidos políticos, la espiritualidad y la búsqueda de Dios o de lo trascendente se mantiene constante en las personas. La creencia en Dios o incluso creencias más específicas, como en Jesucristo, siguen siendo bien mayoritarios en la población. Entonces, la gente busca y encuentra, tengo la impresión, respuestas también en cosas que podríamos llamar trascendentales, aunque no sean las instituciones religiosas formales".
"También es esperanzador que sigue habiendo una enorme confianza en la educación, que la educación al final es el mecanismo que podría recuperar la movilidad, el crecimiento. Las universidades, por ejemplo, siguen siendo instituciones muy respetadas. Es una buena señal que se confíe en que la educación, defensa de la verdad, la no cancelación, en fin, las cosas que hacen las universidades son valores que vale la pena preservar".