Las cardiopatías congénitas, las malformaciones menos diagnosticadas pero las más frecuentes, generan en los niños que padecen este problema una extrema vulnerabilidad ante el virus respiratorio sincicial (VRS), que para ellos se puede transformar fácilmente en una infección mortal.
Esta situación ha llevado a la comunidad médica a potenciar la inmunización contra este virus como forma de prevención, ya que resulta ser la fórmula más eficaz para proteger a estos niños.
Katherin Arteaga, presidenta de la Asociación de Padres de Prematuros (Asprem), planteó que "es necesario continuar reafirmando nuestro compromiso con los papás y llamar una vez más a las autoridades a seguir avanzando en una mejor atención para nuestros pequeños y sus familias. Entre las tareas pendientes están el poder ampliar las patologías que cubre el GES y garantizar la inmunización contra el virus sincicial en la Ley Ricarte Soto".
Por su parte, el doctor Luis Cárdenas, pediatra cardiólogo jefe del Laboratorio de Hemodinamia del Hospital Luis Calvo Mackenna, advirtió que "los niños que tienen una cardiopatía congénita son pacientes más vulnerables porque tienen una serie de condiciones que se reúnen y atentan contra ellos".
El virus sincicial en tanto, es un patógeno respiratorio muy contagioso que puede causar una grave enfermedad del tracto respiratorio inferior en lactantes y niños menores de un año y que también puede tener un impacto particularmente negativo en pacientes con cardiopatía congénita, especialmente si se infectan en el pre o postoperatorio inmediato a la cirugía cardíaca.
Estos pequeños no sólo son más vulnerables, sino que también se exponen a que la infección se manifieste en sus formas más graves.
¿Qué son las cardiopatías congénitas?
Las cardiopatías congénitas son malformaciones del corazón que se desarrollan durante el proceso de gestación del bebé, por eso llevan el nombre de congénitas. Algunas de ellas se descubren antes de nacer, mientras que otras se detectan una vez producido el nacimiento o, incluso, varios años después.
Los síntomas son variados y se pueden manifestar apenas nace el niño o durante los años siguientes. Entre las señales de alerta que hay que tomar en consideración están: frecuencia cardíaca y respiración acelerada, sudor excesivo, cansancio y fatiga extrema, leve tono azulado en la lengua, crecimiento y desarrollo más lento que la normal.