¿Mirabas hacia otro lado cuando debía salir alguien a la pizarra en la clase de matemática? ¿Saliste con tus amigos/as y a la hora de dividir la cuenta, evitaste sacar el cálculo? ¿Sentiste una sensación extraña a la hora de tener que calcular un vuelto? Si experimentaste algunas de estas situaciones no te preocupes, es más común de lo que se piensa y además tiene un nombre: ansiedad matemática.
Se trata de una reacción con efectos cognitivos y emocionales, que se produce al enfrentarse o imaginarse en situaciones relacionadas con las matemáticas. Esta ansiedad produce una serie de reacciones tanto fisiológicas, como cognitivas, como cualquier otro tipo de ansiedad. Por esto, tiene una serie de efectos negativos relacionados al aprendizaje de la matemática.
"Esta ansiedad se puede expresar al enfrentar tareas o evaluaciones. Es aquella sensación que da cuando tienes que hacer una prueba de matemáticas, una guía de ejercicios o responder una pregunta en el aula, relacionada con las matemáticas", detalló Ana María Espinoza, doctora en Psicología, investigadora postdoctoral del Núcleo Milenio para el Estudio del Desarrollo de las Habilidades Matemáticas Tempranas (Memat) y docente de la Escuela de Educación de la Universidad de O'Higgins.
"También se puede dar en situaciones de la vida cotidiana, como, por ejemplo, a la hora de pagar una cuenta, calcular el vuelto o en cualquier situación que se vincule con números en nuestra vida cotidiana y que las personas tienden a evitar. Incluso, se puede dar al hacer cálculos mentales que requieren conocimientos espaciales, como a la hora de conducir", explicó la experta.
SÍNTOMAS
La ansiedad matemática tiene indicadores que son similares a la experimentación de cualquier ansiedad y se expresa con un componente fisiológico, como, por ejemplo, aumento de la respiración, ritmo cardiaco y sudoración de manos, como también en términos de funcionamiento cognitivo.
"Por ejemplo, la memoria de trabajo, que involucra la capacidad de atención y de mantener la información en la memoria para realizar una actividad de manera correcta y sostenida, se ve reducida cuando tengo ansiedad y, como consecuencia, me cuesta realizar la tarea que debo hacer; por lo tanto, esto también trae consigo la sensación de que no voy a ser capaz de realizar esta tarea", indicó Espinoza.
DESDE LA INFANCIA
La investigadora postdoctoral de MEMAT apuntó que existen estudios que revelan datos muy relevantes: la ansiedad matemática se desarrolla tempranamente en la infancia y es predictora de muchas situaciones que pueden acompañar a la persona a lo largo de su trayectoria educativa.
Incluso, si no se aborda, podría acompañar a la persona a largo plazo e influir en sus decisiones vocacionales, el oficio o la carrera que escogerá a futuro y en sus decisiones profesionales a lo largo de toda la vida.
Por esto es necesario y urgente abordar este fenómeno en dos aristas: en la primera infancia, para prevenir futuros adultos/as con ansiedad matemática, y en adultos/as (madres, padres, cuidadores/as y docentes) que convivan o tengan un rol central en la socialización de niñas y niños, porque la ansiedad se puede transmitir intergeneracionalmente.
"Si soy madre o padre y he experimentado ansiedad matemática durante mi vida, es probable que transmita implícitamente esa ansiedad a mis hijos/as a la hora de ayudarlos/as a estudiar o hacer tareas. También se puede generar una reproducción de estereotipos de género asociados a las matemáticas, porque esta ansiedad es más frecuente en mujeres que en hombres, entonces es más probable que yo, como madre, transmita en mayor medida esa ansiedad a una hija que a un hijo", advirtió la especialista.
MÁS EN MUJERES QUE EN HOMBRES
La ansiedad matemática es más propensa a aparecer en mujeres que en hombres, justamente porque está relacionada a estereotipos de género asociados a las áreas del conocimiento, alertó Espinoza.
"Existe socialmente el estereotipo de que las matemáticas son un dominio masculino o que los hombres son mejores en esta área que las mujeres, y, de este modo, las mujeres experimentan ansiedad por la amenaza del estereotipo. Esta falta de confianza o aversión a las matemáticas, especialmente en las mujeres, aparece en los inicios de la trayectoria escolar y aumenta con el tiempo", indicó la investigadora.
La ansiedad matemática, si bien aumenta con el tiempo, se puede modificar y trabajar. Para lograr revertirla, es importante que se pueda enseñar matemáticas de una manera menos relacionada con la evaluación. "Se ha visto que lo que más genera ansiedad son situaciones evaluativas como pruebas, responder un ejercicio en la pizarra, etc. Por esto es importante enseñar matemáticas de una manera más lúdica, utilizando juegos y en situaciones que puedan ser menos amenazantes para las y los estudiantes", aseguró.
Por último, Espinoza enfatizó en que es importante que la retroalimentación que dan los/as adultos/as a los/as estudiantes sea basada en la tarea, el procedimiento y no en la persona: "Es distinto señalar a un niño o niña que un problema no está bien resuelto y que debería fijarse en cómo realizó la operación o proceso a decir que a ese niño o niña le cuesta realizar la operación o se le hace difícil la materia, porque así se pone una etiqueta, que hará sentir al niño o niña que hay algo malo con él/ella y que eso dificulta la resolución de la tarea".